Ni energías renovables ‘cool’, ni nuclear inocua

La matriz energética de la República Argentina atrasa como al parecer la matriz mental, al menos en este tema, de la Presidente de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, que sigue haciendo referencia a una utópica industrialización del pasado centrada en la fuerza de combustibles fósiles o de la fricción atómica.
Ni las energías renovables son algo cool como sostuvo livianamente la Jefa de Estado recientemente en China, ni la energía nuclear es inocua o limpia.
Si las energías renovables fueran sólo algo cool, China no estaría invirtiendo y liderando su producción, al igual que países como Estados Unidos, Alemania, Canadá o las naciones nórdicas.
Si las energías renovables fueran sólo algo cool, los países vecinos, muchos de la Región e inclusive algunas de nuestras provincias, no estarían explorando con decisión sus beneficios.
Pero también, es un anacronismo haber resaltado en la tercera inauguración de Atucha II, a la Argentina como ejemplo y país pionero en materia nuclear, con un emprendimiento que tiene más de treinta años de demora con un costo muy superior al originalmente presupuestado.
Los que afirman que la energía nuclear es limpia porque no aporta gases al efecto invernadero, olvidan o quieren olvidar la polución que produce la extracción y el procesamiento de uranio por otra parte, recurso escaso en el Planeta y lo complejo y sumamente riesgoso del tratamiento de sus residuos radiactivos.
Aún no se ha resuelto qué hacer con los desechos nucleares y la carga de radiación que se extiende por cientos de años.
Los riesgos en caso de accidentes pueden ser directamente catástrofes con ejemplos horrorosos como Chernobyl, en la ex Unión Soviética, Fukushima, en Japón o Three Mile Island, en Estados Unidos.
Las centrales nucleares, además, tienen fecha de vencimiento. La amortización de la energía producida en pocos años hace que el costo de generación sea muy oneroso.
Por ende, nada más descabellado que la idea de potenciar la producción de energía nuclear en un país que tiene grandes alternativas en la materia.
No se trata de estar contra el progreso, en absoluto, sino en buscar opciones energéticas más amigables con el medio ambiente: energía eólica, solar o mareomotriz. Ninguna, por sí sola será la solución, sino que se debe buscar un menú de propuestas que se integren en un círculo virtuoso, en un sistema integrado.
Es irresponsable hipotecar el futuro, arriesgar la sustentabilidad y la calidad de vida de generaciones por venir, por la búsqueda de un presente energético con una dudosa mayor producción.
La Argentina, tiene una rica geografía que ofrece la posibilidad de generación de energía eólica, solar y mareomotriz de gran escala; a este menú, se le suma la energía obtenida a partir de biomasa y la disponibilidad existente de represas hidroeléctricas y centrales de diverso tipo, ya en funcionamiento.
Es indispensable que los Gobiernos comiencen a observar más allá de sus narices en estos temas de fondo y como diría aquella sagaz Mafalda, terminen para siempre, con la tradición de mirar el futuro con la nuca.
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