Ni Macri puede cumplir del todo el acuerdo para calmar a los mercados

Si bien la mayoría de los actores en el mundo económico celebra la iniciativa del presidente Mauricio Macri de promover un acuerdo político para garantizar que, gane quien gane las elecciones, la Argentina seguirá siendo un país de occidente, capitalista y donde se respeten las libertades civiles y el derecho de propiedad; todos reconocen que las dificultades para llegar hasta fin de año y sobre todo para administrar el país después del comicio a partir de 2020 no se resuelven con un decálogo de buenas intenciones muy razonable por cierto, pero que ni hoy se cumple en su totalidad y ni siquiera tiene el apoyo de los principales opositores.

"Si ya se sabe que Cristina todo esto no lo va a apoyar, y resulta que el riesgo es que gane Cristina, estamos en la misma", razonaba ayer por radio con enorme sentido común Eduardo Costantini, uno de los empresarios más prácticos y exitosos del país.

Desde luego que todo acuerdo político suma. En ningún caso resta. Pero lo que todo el mundo sabe que necesita la Argentina es un acuerdo para bajar el gasto público y bajar el tamaño del Estado. Eso es lo difícil, imposible en el país de los últimos 70 años.

Si no se baja el gasto, no hay forma de alentar las inversiones, porque no se puede dejar de aumentar los impuestos. Todo lo demás es entretenimientos, o una enorme simulación para presentarse como hombres de la política dispuestos a abrir el juego modificar políticas.

La grosera suba de la tasa de estadística que dispuso el Gobierno sorpresivamente esta semana quintuplicando la alícuota sin antecedentes de 0,5% a 2,5% para gravar todas las importaciones, es una muestra más de que la determinación de subir los impuestos no tiene límite ni final a la vista. Ni siquiera un Gobierno como el de Macri, más honesto con la administración del Gasto, ni un obsesivo fiscal como el ministro Nicolás Dujovne, con supervisión del FMI lo ha logrado. No basta con una inflación superior a 50%, o con una mega devaluación para cobrar luego retenciones. Tampoco con eliminar el ajuste por inflación. Nada alcanza, y otra vez se aumentan los impuestos, curiosamente cuando el propio Gobierno propone al país 10 mandamientos básicos y muy positivos si se cumplieran, entre los cuales está la promesa otra vez de bajar la presión impositiva. Comentan entre especialistas que la fuerte suba del impuesto a las importaciones fue la contrapartida con el Fondo Monetario para que autorizara al Banco Central a intervenir sin límites y sin reglas aparentes en el mercado de cambio.

Precisamente esa decisión, y la percepción del mercado de que el BCRA tiene entre u$s 25 y 30 mil millones de reservas disponibles para darle batalla al dólar y defender la reelección de Macri, fue en buena parte lo que calmó la volatilidad en la cotización del dólar y la oscilación del Riesgo País. Para las decisiones de inversión, hoy resulta mucho más relevante el clima financiero internacional que si Cristina, Sergio Massa o Roberto Lavagna aceptan o rechazan los acuerdos básicos del Gobierno. Y aún si los aceptaran, o se sacaran la foto, nada garantiza que se pueda cumplir si no se observa determinación verdadera con hechos concretos que permitan reducir el peso del Estado en la vida de los argentinos.

Hasta se puede evaluar a la propia administración Macri según sus propios mandamientos, un ejercicio tan entretenido, polémico y arbitrario como cuando los periodistas deportivos califican con números la actuación de los jugadores en los diarios del lunes. Ni siquiera el actual Gobierno está en condiciones de asegurar que cumple con algunos de sus propios postulados, en particular los vinculados al gasto público, los impuestos y la inflación.

Mirando los 10 Mandamientos de la Casa Rosada para el futuro, podría decirse que el Presidente aprobó el examen de su propio acuerdo, con algo más que 6 puntos sobre 10. Mitad de tabla para arriba su boletín, con una recomendación de la dirección para que en el próximo mandato se esfuerce más, escuche más a los profesores que saben, hable menos en clase, busque más acuerdos políticos, y rinda otra vez las materias aplazadas.

En general hay coincidencia en que Mauricio Macri merece un 10 en integración al mundo, transparencia en el envió de fondos a las provincias sin tener a los Gobernadores como rehenes o aplaudidores por dinero, la resurrección del Indec con estadísticas profesionales, también el cumplimiento con los acreedores. Aunque el capítulo inexplicablemente está ausente por ahora en la propuesta, también merece 10 puntos el Gobierno por la libertad de prensa, a pesar de haber mantenido las mismas estructuras estatales que creó la administración Cristina Kirchner en el control centralizado de la publicidad oficial.

También se destaca con 8 puntos el respeto a los contratos, la ley y los derechos, sobre todo en comparación con la era K. No se llega a los 10 puntos, porque algunos renuncios existieron, caso reponer las retenciones o incumplir los contratos celebrados en Vaca Muerta, entre otros.

Cae a 6 puntos la evaluación de promover exportaciones, afectadas por atraso cambiario, suba de retenciones y quita de reintegros

Respecto de lograr el equilibrio fiscal, el Gobierno se quedó a mitad de camino. El ajuste siempre lo hizo el sector privado vía devaluación, más impuestos, sobre todo los encubiertos en los tarifazos y no permitir el ajuste por inflación.

Los aplazos son evidentes. La independencia del Banco Central duró menos de un año. Mario Quintana le intervino el BCRA a Federico Sturzzenegger, a quien luego obligaron a renunciar. A su sucesor, Luis Caputo, lo echó el FMI y el actual directorio comandado por Guido Sandleris responde directo a Economía y la Rosada. Sobre el sistema previsional, el mismo Quintana con la reparación histórica y la pensión universal para la vejez fue quien sumó mayor carga a un sistema jubilatorio completamente insustentable que dejó Cristina y que el Gobierno nunca blanqueó. Y finalmente la reducción prometida de los impuestos está a la vista, con una AFIP que se vio obligada a tomar la buena decisión de dar 60 cuotas para pagar, dado que las empresas y las familias ya no dan más de pagar impuestos.

Hay que decir que atento a los tiempos que corren, parte de los evaluados no aceptan las malas notas y piden revisión de examen. Hablando de estos temas con el equipo del ministro Dujovne, la respuesta de los hombres de Hacienda fue la siguiente:

1) Argentina logró el tercer ajuste fiscal más grande de Latinoamérica de los últimos 30 años durante el período 2017-2019. Se logró un ahorro de 5 puntos del PBI en 3 años. Eso no merece un aplazo, afirman.

2) Respecto de la presión tributaria, el sexto de los 10 mandamientos de Macri, entre 2015 y 2019 bajó 2,5 puntos del PBI, aún con la suba de retenciones que son mucho más bajas que antes. Se debe tener en cuenta que el Mínimo No Imponible de Ganancias para las personas se subió muchísimo en diciembre de 2016, y para las empresas que no distribuyen dividendos se bajó de 35% a 25%, además de la reducción en contribuciones patronales y permitir computar el impuesto al cheque.

3) A propósito del gasto y el primer mandamiento sobre el equilibrio fiscal, Economía pide que se revea el boletín: aseguran que el gasto primario nacional en 2019 cae 10 puntos porcentuales respecto del año anterior. Y eso a pesar de que cayó a 23,3% del PBI la presión tributaria nacional.

Admiten los hombres del Gobierno que la situación no es la que todos esperábamos. Pero que en materia fiscal y de impuestos, estamos mejor que en 2015. Posiblemente cierto, incluso muy cierto en el resto de la vida Argentina más allá de las penurias económicas. El país, desde luego, no es sólo la economía.

Habrá que llamar entonces a otros jurados para evaluar. O mejor: esperar los exámenes que vienen, PASO en agosto, primera vuelta en octubre y, si cabe, ballotage en noviembre. Será el Boletín final, ya sin posibilidad de revisiones.

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