Nadie quiere pagar el ajuste de un país poco competitivo en un mundo pobre

El kirchnerismo no solo dejó la negociación con los buitres una pelea que se perdió hace años para que la resuelva el nuevo Gobierno. El cepo y el tipo de cambio atrasado, sumado a la crisis internacional de las commodities, hacían inevitable un ajuste. La pregunta, en todo caso, era quién lo pagaba. El campo, con una devaluación menor a la esperada, pero devaluación al fin, más el quite de algunas retenciones; las multinacionales pudiendo enviar sus remesas a sus casas matrices; las empresas de servicios públicos con tarifas aumentadas; los importadores con zona liberada y los formadores de precios acomodando una parte los valores al mercado y otra al ritmo del sálvense quién pueda, no parecen ser los ajustados. Los trabajadores, en cambio, hasta ahora recibieron solo promesas.


Los gremios parecen estar estudiando a Macri. El Gobierno promete que llega rán inversiones y que las mismas apuntalarán la economía, y por ende el crecimiento. Si todo sale como dice el Gobierno, inversiones más endeudamiento serán las bases económicas de lo que se viene y las que podrán sostener el empleo y los gastos del Estado.


Pero hay algo que no cierra. Si las paritarias recompondrán el poder adquisitivo de los trabajadores y las empresas seguirán aumentando los precios, todo indica que los costos seguirán en alza. Es decir, mayores costos menor competitividad. En este contexto, el dólar es barato porque la que está cara es la Argentina. Una Argentina poco competitiva inmersa en un mundo empobrecido, con los países centrales con serias crisis de deuda, y con los precios de las commodities deprimidos, pero no tanto como para tocar el piso. Hay más: Brasil, el principal socio comercial de la Argentina está en recesión y China crece menos de lo esperado. En el medio de este alarmante panorama, los sindicatos no quieren ser el jamón del medio, pero en esta instancia da la sensación que si el ajuste no llega por el lado de los trabajadores, el endeudamiento será para Macri, lo que fue la soja para Cristina. En economía, todo se paga, la historia es quién.

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