Mientras Argentina vuelve a 2012, Brasil apuesta por reformas

Brasil está atravesando un año de grandes cambios, más allá de las esperadas propuestas que vendría impulsadas por el gobierno de Bolsonaro, lo que sorprende hoy a nivel internacional, es el apoyo de diversos espacios políticos que no necesariamente comparten agenda de ideales.

Hoy priman tres objetivos centrales a tratar: reforma previsional, reforma laboral, privatización de empresas estatales. 

La reforma previsional representa el tema más urgente, ya que es una condición clave para restablecer la confianza de los inversores y proteger el aparato público ante el increíble gasto que esto representa. Para darnos una idea, el gobierno gasta el 12% del PBI en jubilaciones, que sí lo comparamos con los países más ricos de la OCDE (8% del PBI), Brasil gasta 4% más. Justamente, se puede decir que el gasto por pensiones públicas han influido por sobre manera en el aumento exponencial de la deuda con respecto al PBI, pasando del 52% a finales de 2013 al 78% actual. 

¿Como es el sistema jubilatorio en Brasil? Bastante diferente a lo que conocemos en Argentina. Si los trabajadores realizaron sus aportes al sistema previsional durante al menos 15 años, la edad mínima de jubilación de los hombres es de 65, y de 60 para las mujeres. Pero los hombres pueden jubilarse a cualquier edad si contribuyeron al sistema durante al menos 35 años, y las mujeres si aportaron durante 30. Esto permite que los trabajadores se jubilen a partir de los 53 y 48 años. 

El 4 de julio, Jair Bolsonaro presentó ante el Congreso un proyecto de enmienda constitucional para controlar el gasto en jubilaciones. La misma establece una edad mínima para el retiro laboral de 62 años para las mujeres y 65 para los hombres. Con esta medida, Bolsonaro buscaría ahorrar u$s 251.000 millones. Es justo decir, que anteriormente de esta propuesta, se presento una en Febrero del mismo año, pero que era un poco más radical, buscando reformar por completo el sistema provisional, llevándolo a uno de capitalización privada. Esta medida fue rechazada.

Para poner la urgencia que realmente merece este tema, es clave dejar sobre la mesa lo siguiente: si Brasil no modifica su sistema de pensión, este podría llegar a ocupar un 50% de su PBI en 2065, lo cual podría sumergir al país en una grave crisis social y económica.

Otra de las reformas que busca llevar a cabo el gobierno, es la privatización de empresas estatales y reducción de los aranceles de importación. Esta medida fue propuesta directamente por Paulo Guedes, quien considera que la privatización de empresas privadas y el libre comercio sería un paso adelante para despertar la economía brasileña.

En septiembre ya fueron eliminados los impuestos de importación de 498 productos. El objetivo de esta política es atraer inversiones a Brasil y atender a las necesidades de quienes más lo necesitan, en especial los enfermos mortales que se ven beneficiados por la anulación de impuestos sobre sus medicinas. En su página oficial se comunicó cuales son los productos que estarán libres de impuestos hasta 2021.

Además, Brasil no solo abrió sus mercados hacia productos, sino también a la llegada de turistas. En el primer mes, desde que Brasil retiró el requisito de visa a los ciudadanos de Australia, Canadá, EE. UU. y Japón, ingresaron u$s 598 millones a la economía del país.

Con respecto a las privatizaciones, es un tema mucho más complejos. Para lograr esto, el gobierno necesitará modificar el sistema tributario y reducir la masa salarial del sector público, por lo que, antes que nada, primero necesitará la cooperación de gran parte del congreso.

Muchos se preguntaran la razón de privatizar empresas estatales y la realidad es que el objetivo se centra en modificar el mal uso de fondos públicos. Según el BID, la ineficacia del gasto público le cuesta a Brasil el 3,9 % del PIB, lo que representan $68.000 millones de dólares que, cada año, se gastan de manera ineficiente. Esto, obviamente, en un país que aún no se recupera de la grave crisis del período 2015-2017, en el que el PIB perdió siete puntos porcentuales.

Bolsonaro y Guedes leyeron bien esta situación, por eso su prisa y dinamismo para lograr las privatizaciones necesarias. Los resultados fueron claros, solo en su primer año de gestión se superó por u$s 3.500 millones la meta trazada de u$s 20.000 millones de ganancia como resultado de las privatizaciones, según informó la Secretaría Especial de Privatización, Desinversión y Mercados del Ministerio de Economía.

Por último, una de las cartas más importantes de Brasil para reactivar su mercado laboral, la reforma laboral. La reforma laboral aprobada por el Senado tiene el objetivo central de flexibilizar y facilitar las normas de contratación, las resciciones de los contratos y determinar la preeminencia de los acuerdos colectivos sobre la legislación. En este sentido quedan fuera del área de negociación los temas relativos al salario mínimo, el aguinaldo o los aportes a un fondo de garantía que el empleado recupera en caso de despido. 

Es clave decir que la reforma laboral propulsada por Michael Tamer no generó los resultados que se esperaba, actualmente hay 12 millones de desempleados en Brasil, además, el empleo informal ocupa el 40% de la PEA.

Justamente, para responder a esta grave situación, Bolsonaro promulgó una ley en que se le brindaría reducciones impositivas y facilidades de pago a empleadores que contraten nuevo personal joven

Más allá de estar a favor o en contra de estas medidas, Argentina debe mirar con especial atención los diversos procesos que se están sucediendo en la región. Su principal socio comercial, propone un cambio radical, quedarse atrás, implicaría un grave retroceso comercial y competitivo.

Si bien Alberto Fernández ya se expresó en contra de una reforma laboral, de la privatización de empresas estatales y de una renovación en el sistema previsional ¿Cómo afrontará la incapacidad de mantención de las estructuras actuales cuando los recursos no le sean suficientes?

Lamentablemente, Argentina debe atravesar momentos de cambios y renovación en gran parte de sus estructuras sociales, políticas y económicas. Seguramente esto generará inestabilidad social, pero la responsabilidad recae netamente en quienes no supieron administrar eficientemente los recursos de nuestro país. 

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