Malas compañías: los economistas de todos

Los referentes económicos del Frente de Todos suelen machacar contra la fuga de capitales y la necesidad de su control. ¿Por qué personas que ganaron su dinero honestamente deben pedirle permiso a un funcionario para comprar un determinado bien? 

Por cuestiones de la vida profesional he tenido el gusto de haber mantenido unas charlas con Alberto Fernandez. Y, al margen de mis discrepancias en el plano ideológico (algo en lo que claramente él no tiene el monopolio), me he encontrado con una persona de una gran capacidad intelectual, alguien con un tremendo pragmatismo y sobre todo las cosas un hombre con una experiencia enorme. De hecho, yo no adhiero a lo que ha sido y representa el kirchnerismo, pero es innegable que ha sido una construcción muy poderosa en la que Alberto Fernández ha sido un gran responsable.

Sin embargo, el candidato del Frente de Todos "no está solo". Más allá de la presencia de Cristina Fernández de Kirchner, quien suele poner bajo amenaza el poder real del cabeza de fórmula, resulta no menos estremecedor los nombres de los economistas que merodean en torno al espacio. Así, nos encontramos con nombres como los de Matías Kulfas, Emmanuel Álvarez Agís y la estrella rutilante del firmamento económico mundial y graduado de honor de la FCE-UBA Axel Kicillof, quienes no sólo muestran el más absoluto desprecio por la teoría económica básica, sino que además encarnan una visión heterodoxa que combina el amor por una ideología fracasada junto a un desprecio exasperante por las libertades individuales.

De hecho, el desprecio por la libertad queda más que plasmado cuando acusan a Cambiemos de desordenarle la vida a la gente y que pretenden alcanzar el poder para volver a ordenarles la vida a los individuos, ignorando que lugares donde intentaron llevar a cabo dicha tarea terminaron siendo un verdadero infierno.

En la misma línea, estos economistas suelen machacar en su discurso contra la fuga de capitales y la necesidad de su control. Así, en el plano de las libertades individuales vale preguntarse ¿por qué este grupo de economistas consideran que personas que han ganado su dinero honestamente deben pedirle permiso a un funcionario para comprar un determinado bien? ¿acaso son los dueños del bien en cuestión? Esto es, parecieran víctimas de la fatal arrogancia (propia de keynesianos y socialistas) de creer que ellos pueden administrar el dinero de los individuos mucho mejor que los propios generadores de dicho recurso. Al mismo tiempo, la crítica presenta una brutal falencia técnica que implicaría el bochazo en un curso de economía internacional monetaria básico.

Habría que explicarles a estos “economistas que cuando el tipo de cambio es flexible, el ingreso de capitales para financiar el déficit primario del sector público una parte sale para el pago de intereses y roll-over de la deuda y otra parte se vende en el mercado de divisas para enfrentar los pagos en moneda local, donde todas estas partidas por una cuestión de índole contable representan la famosa fuga de capitales. Nótese además que, en caso de tipo de cambio fijo, las reservas se verían engrosadas por la compra de pesos para el financiamiento de las obligaciones en moneda local.

Por último, como si todo la anterior fuera poco, la posición frente a la fuga los pone del lado de los políticos estafadores. Suponga que una persona tiene un ahorro de $ 10.000 y que el BCRA anunciara un ritmo de emisión monetaria del 50% y que al no existir crecimiento la inflación sería del 50% sin cambios en los precios relativos. En éste contexto, si la persona se queda en pesos al finalizar el año habrá perdido un 33% del poder de compra de su dinero.

Por otra parte, si el individuo compra dólares, dado que el tipo de cambio saltará 50% (PPP), sus tenencias en pesos equivalen a $ 15.000, por lo que al evitar el impuesto inflacionario su poder de compra permanece constante, salvo que le cobren impuesto a las ganancias y a la renta financiera. En este sentido, la fuga de capitales (la compra de dólares) no es más que la respuesta de los individuos que buscan preservarse de la expropiación de una casta política ladrona, parasitaria e inútil, de la cual estos “economistas parecen ser sus mejores cómplices.

Otro elemento en común de estos “economistas es el absoluto desprecio por las restricciones de presupuesto. Así, simultáneamente critican el brutal ajuste de Macri al tiempo que se quejan del feroz endeudamiento. Sin embargo, si el ajuste hubiera existido (lo cual implica un desequilibrio inicial en el que sin dudas el keynesianismo de Axel Kicillof jugó un rol fundamental), entonces no habría déficit y por ende la deuda no crecería. Frente a esta situación, algunos proponen subir ciertos impuestos para corregir el déficit sin percatarse que dicho objetivo recaudatorio que suelen enunciar resulta muy superior a la base imponible propuesta.

En línea con lo anterior, los citados rinden culto al multiplicador keynesiano. El problema radica en que dicho artilugio matemático implica una violación de la restricción de presupuesto. Suponga una economía que produce 100 unidades de un bien donde 80 se asignan al consumo y 20 a la inversión. De esto alguien podría derivar que cada unidad de inversión genera 5 de producto.

Sin embargo, la extrapolación de dicha foto, donde duplicando la inversión con mayor gasto público financiado con emisión monetaria llevará al producto a 200 sin consideración alguna sobre los mercados de factores (insumos productivos) no sólo es propio de un estúpido, sino que, además, el intento de llevarlo a cabo terminará en un desastre inflacionario, tal que se redistribuya el ingreso en contra de los más vulnerables para generar el ahorro que financie dicho salto en la inversión.

No obstante, este no es el único daño mental que les ha causado el multiplicador, ya que suelen afirmar que si el gasto público sube eso hace crecer a la economía, y con ello los impuestos de modo tal que el resultado fiscal mejora. El problema con dicho razonamiento es que ello implica ignorar el concepto de multiplicador del presupuesto equilibrado el cual señala que los aumentos del gasto deterioran el resultado fiscal (y viceversa). ¿Acaso no basta con la evidencia empírica argentina que ha tenido déficit fiscal en 108 años de los últimos 118, se ha convertido en un defaulteador serial, le ha quitado 13 ceros a la moneda y de ser el 5° país más rico del mundo hoy fruto de este tipo de delirios está número 65° del ranking?

A su vez, bajo la misma fantasía del multiplicador, este grupo sostiene que para crecer hay que poner dinero en el bolsillo de la gente. El tema es que para ello sugieren emitir dinero, por lo tanto, si fuera tan sencillo, el Plan de Crecimiento debería llamarse Fotocopias para Todos, por lo cual todas las familias podrían emitir todo el dinero que le plazca y así consumir todo cuanto deseen. Acaso a ninguno de ellos se les ocurrió preguntarse ¿por qué si existe la fórmula que nos permita regresar al Paraíso nadie la utiliza en el mundo civilizado? La respuesta es simple, nadie aplica semejante disparate porque ello generaría un exceso de dinero que derivaría en una hiperinflación.

Sin embargo, para estos “economistas , pese a la evidencia empírica de cerca de 5.000 años, la inflación no es un fenómeno monetario. De hecho, nunca han podido demostrar la existencia de inflación para el caso de una economía de trueque y cuando se les pregunta por ello dicen que la inflación tiene que ver con la existencia de dinero pero que no la causa el dinero, lo cual implica una contradicción. Por ello no sorprenden sus ideas para domar la inflación, lo cual se lograría mediante el congelamiento de la distribución del ingreso. Esto es, no sólo se fijarían el precio de los bienes y de los factores, sino que, además, ello implicaría el control de la productividad de todos los factores de la economía. Algo que ni en la URSS se animaron a tanto, aun haciéndolo a punta de pistola.

Ahora bien, supongamos, sólo por un momento, que DIOS ha iluminado a éstos jóvenes elevándolo hasta su nivel dándoles a ellos el don de la omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia tal que pudieran lograr su meta, la pregunta que surge es: ¿Por qué señalan que la inflación debería bajarse gradualmente si en dicho caso podría ser eliminada en un solo día? ¿acaso son cómplices de la casta política ladrona que nos estafa a diario con el impuesto inflacionario o estamos en presencia de tremendos ignorantes? Por lo tanto, cualquiera de las respuestas que se ensayen sobre los economistas en cuestión las mismas fluctúan entre muy malas y espantosas.

Pese a ello, Kicillof afirma que el fracaso comunista se debió a que no tenían el Excel. Sin embargo, más allá de la torpeza conceptual en el argumento, el mismo deja de manifiesto varios aspectos de su pensamiento. Por un lado, deja en claro que, según él, dado que hoy tenemos el Excel el comunismo sería viable, lo cual, muestra un nivel de ignorancia alarmante ya que creer que los soviéticos tenían problemas para invertir las matrices insumo-producto cuando junto a los EE.UU. tenían los mejores matemáticos del mundo y entre otras cosas enviaban cohetes al espacio parece una broma de mal gusto. Por otra parte, y mucho más alarmante, desconoce olímpicamente que el socialismo real (comunismo) falla por la imposibilidad de hacer cálculo económico. Esto es, la economía se coordina mediante el sistema de precios, donde al realizarse un intercambio una parte entrega un bien a cambio de dinero, lo cual genera un registro histórico (precio) que coordina a los individuos, algunos vendiendo y otros comprando y en caso de haber diferencias entre oferta y demanda los precios ajustarán.

Sin embargo, el punto inicial de dicho proceso es el intercambio voluntario y para que alguien (salvo que sea un ladrón) pueda entregar ese bien debe ser el dueño del mismo (derecho de propiedad). En este sentido, la negación de la propiedad privada hace que dicha operación quede invalidada, no se genere la señal de precio con la consecuente descoordinación del sistema económico llevándolo a su colapso.

Por último, y no por ello menos importante, la candidatura de Axel Kicillof a Gobernador de la Provincia de Buenos Aires genera una serie de interrogantes no menores. Por un lado, recordemos que Kicillof era el Ministro de Economía de CFK quien se ocupó sistemáticamente de restringir los fondos al entonces Gobernador Daniel Scioli dejando la Provincia al borde del colapso.

Por otra parte, fruto del sistema de coparticipación federal de impuestos, dado el perjuicio que sufre Buenos Aires, estarían dadas las condiciones para denunciar el incumplimiento del Pacto de San José de Flores, por el cual la Provincia no sólo podría armar su propio ejército (y alzarse en armas) y tener su propia moneda, sino que hasta podría separase del país.

En definitiva, Kicillof podría encontrar la posibilidad de replicar su paraíso socialista, al mejor estilo de la URSS, Cuba, Corea del Norte o Venezuela, pero con la diferencia de que como él sabe usar el Excel y es mucho más sabio e inteligente logrará que esta vez el socialismo funcione bien.

Por lo tanto, si bien el Dr. Alberto Fernández conjuga muchas cualidades que lo podrían convertir en un buen Presidente, las personas que lo acompañan en lo económico podrían replicar el infierno en la tierra.

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