Macri vuelve al punto de partida: sale el shock fiscal, sin desearlo y desordenado

El premio Nobel de Economía Simon Kuznets fue el académico que caracterizó a la Argentina como inclasificable. El economista es recordado por haber identificado cuatro categoría de países: desarrollados, en desarrollo, Japón y la Argentina. La cita que aún es recordada por una razón simple: sigue vigente.

El factor que más llama la atención a los estudiosos de nuestra realidad es que tanto a los gobiernos como a la sociedad les cuesta reconocer que hay problemas que se repiten en la historia sin ser asumidos y resueltos. Si se mira una serie desde 1900, la Argentina ha tenido 108 años de déficit fiscal. La falta de un desarrollo económico estable ha llevado a los gobiernos de cualquier signo y origen a conceder, en los últimos 70 años, ampliaciones de derechos económicos a poblaciones que nunca terminan de salir de la pobreza. Los gobiernos saben que no ganan una elección si no avalan esta tesis, y por eso la gran decisión inicial de todo presidente es determinar cómo va a financiar el déficit resultante: con impuestos o deuda.

El macrismo apostó al gradualismo, sostenido en el único beneficio que heredó: el bajo nivel de endeudamiento. En una excesiva muestra de optimismo -una más- el Gobierno se jugó a que la diferencia siempre fuese aportada por el mercado. Aceptar ese supuesto fue la principal vulnerabilidad del plan.

El FMI también creyó que con poner su sello y habilitar recursos por u$s 50.000 millones el país iba a reencausarse. Pero hay algo en lo que debería entender que la Argentina todavía sigue siendo inclasificable: la dolarización interna. Sus técnicos le piden dejar flotar el tipo de cambio hasta que alcance el equilibrio (atando a la vez las manos del BCRA), sin contemplar la chance de que la devaluación fue excesiva y tóxica. Lo peor que podía pasar, pasó.

La Argentina tendrá que tolerar desde hoy un aumento de la presión tributaria (vía retenciones y por el fin de las rebajas pautadas). Nadie quería el shock, pero la necesidad lo impuso igual. El desafío de Macri será transformar esta crisis en parte del ciclo, para que a mediados de 2019 la curva pegue la vuelta.

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