Macri sale a defender el rumbo cuando las expectativas ya están chamuscadas

A Mauricio Macri le gusta tomar contacto directo con los ciudadanos. No es un gesto ocasional. Es una política planificada y estudiada. El equipo del Presidente responde en su nombre mensajes de Facebook y organiza encuentros y saludos. En cada visita o recorrida, el primer mandatario acepta fotos y repite un mensaje que suele sufrir pocas alteraciones: la Argentina necesita un cambio que no es gratuito y que demanda un gran esfuerzo de todos.

Su electorado, ansioso e impaciente, no comulga demasiado con el paso a paso. Es que la apelación a la fe requiere que algún acto basado en esa creencia sea demostrado de manera efectiva. El problema es que la comunicación oficial, orientada en buena medida por Jaime Durán Barba, está encorsetada por uno de los principales axiomas del asesor ecuatoriano: no enterrarse en el barro de la complejidad argentina. La herencia recibida fue el foco del primer discurso de Macri ante la Asamblea Legislativa, en 2016, pero después fue abandonada como barrera ante los críticos.

Del mismo modo, ni el Presidente ni sus funcionarios fueron muy afectos a defender públicamente los números de la economía. Pero la decisión de no entrar en la dialéctica que se impone en la TV y en las redes sociales -en donde pesa más la forma en que se afirman los datos que sus fundamentos- complicó el discurso político de Cambiemos y facilitó la descomposición del humor social. Hay aumentos de tarifas que el Gobierno defiende poco y nada, y volatilidades que se padecen sin ser explicadas, como si fuese obligación de cada ciudadano entenderlas y aceptarlas.

Cuando hable hoy en el Congreso el Presidente buscará cambiar esta tesitura. Habrá datos y mucho discurso enfocado en la defensa del rumbo, que tendrá que hacer pie en el vacío, ya que quienes lo escucharán entre sus manos tienen más dudas que certezas. Tal vez a futuro a Macri le sirva intercalar algún gráfico de PBI o de actividad industrial entre las fotos de Antonia y las selfies con Vidal. A la Argentina desconfiada hay que enfrentarla, no ignorarla. Hacerlo tiene consecuencias.

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