Los temas centrales que tenemos por delante

Los anuncios del martes pasado, más que por su contenido concreto (que fue prácticamente nulo), fueron de alguna manera bienvenidos por lo que no incluyeron. Frente a muchas especulaciones sobre eventuales controles y restricciones cambiarias y sobre cambios en la política monetaria y hasta sobre un eventual conflicto y renegociación con el FMI, lo mejor de los anuncios es que no hubo nada de eso, porque de hecho no hubo anuncios. Veamos que podría suceder con algunos de los temas centrales en adelante.

  • Dólar

El ministro Hernán Lacunza puso al tope de las prioridades presidenciales ("mandato central" u "objetivo de primer orden") la estabilidad del tipo de cambio. Está claro que si el dólar continúa sin encontrar un techo las chances electorales del oficialismo se terminan por desvanecer completamente. En tal sentido, el presidente del BCRA reafirmó el compromiso de la institución de intervenir en el mercado cambiario si se produjera un movimiento alcista injustificado del valor del dólar. Porque según el buen entender de las máximas autoridades económicas de la Argentina, el dólar tiene hoy un valor justo (un nivel "competitivo" y hasta "por encima de su valor de equilibrio de largo plazo"). Pero también está claro que defender una cotización utilizando reservas tiene el límite (usual) que le ponen las propias reservas. Y acá lo que hay que considerar es que el stock de reservas netas del BCRA hoy se encuentra en el orden de los u$s 11.000 millones. Hay poder de fuego, pero no es cuestión de dejar al Central sin ningún margen de acción para después de las elecciones.

  • Inflación

El traspaso de la depreciación del peso de la corrida de abril/octubre de 2018 no había sido completado cuando vino un nuevo salto en la cotización, con lo que a la inercia previa se sumará este nuevo empujón inflacionario. Siendo conservadores, es probable que la inflación de agosto se ubique entre 3.5% y 4% (la eliminación del IVA para ciertas categorías de la canasta básica podría ayudar a que no se dispare mucho más allá de estos valores) y que la de septiembre resulte incluso superior al 5% mensual. El riesgo de que la dinámica se espiralice en el último trimestre del año dependerá de la efectividad de la política cambiaria. Aún así, la inflación de aquí a diciembre estaría sistemáticamente en el orden del 54% anual.

  • Déficit Fiscal

Para contribuir al programa monetario y cambiario, el ministro de Hacienda se comprometió a cumplir con las metas fiscales acordadas con el FMI y anunció que la misión técnica del organismo viajará en los próximos días para la quinta revisión de las metas del acuerdo.

En cuanto a las medidas de la semana pasada, se calcula que tendrían un efecto neto de sólo -0.1% del PBI (0.3% mayor de déficit, balanceado por más recaudación vía inflación). El ministro volvió a hacer hincapié en que el acumulado de 7 meses es de un superávit de un 1% del PBI (anticipó que también habrá superávit en agosto) y presentó una proyección anual según la cual continúa el sobre cumplimiento de la meta en 0.5% del PBI. Ahora bien, en buena medida parte del ajuste o, mejor dicho, una buena parte del ajuste primario lo ha hecho la inflación. Así quedó claro cuando el ministro explicó que el costo neto de las medidas de alivio anunciadas el día después de las elecciones es prácticamente nulo porque "como habrá más inflación que la prevista, habrá más recaudación que la prevista".

  • FMI

Volviendo a la cuestión del programa con el Fondo y los desembolsos previstos para septiembre y diciembre (aproximadamente de u$s 5500 M y u$s 1000 M), la voluntad del Gobierno luce bastante clara: cumplir el programa y obtener los desembolsos.

El staff del FMI para decidir si hace o no el desembolso de septiembre valorará lo actuado en el pasado (el cumplimiento del segundo trimestre) con un ojo en el futuro, que incluye no sólo el cumplimiento de la meta del tercer trimestre y la meta para todo el año, sino también lo que podría suceder en 2020. Y en tal sentido, se viene por delante un tema central: el envío del proyecto de presupuesto 2020 al Congreso, que debería ser debatido por el actual parlamento y eventualmente aprobado por el próximo. Casi una quimera en el actual contexto electoral.

  • Programa Financiero

Un tema central relacionado con el anterior es la disponibilidad de recursos para hacer frente a los pagos de la deuda del Tesoro. Desde que se firmó el acuerdo con el FMI, el programa financiero sin Letes para 2019 estuvo cerrado gracias a los desembolsos acordados con el Fondo; sobre todo después del incremento de u$s 7100 millones firmado en septiembre-18, que amplió el monto original de u$s 50.000 millones del stand-by.

Por lo tanto, resulta crucial despejar rápido las dudas y mantener con vida el acuerdo con el FMI. Además, lo otro que entró en dudas ahora es la renovación de Letes y Lecap, cuyos vencimientos de aquí a fin de año suman unos u$s 7000 millones de Letes y unos $ 400.000 millones de Lecap y Lecer (equivalente a otros u$s 7000 millones). Pero acá no hay negociación política que valga. Es cuestión de recuperar la confianza y no será una tarea sencilla. Y cada peso o dólar que no se refinancie será una amenaza para el cumplimiento del programa financiero, el manejo de la política monetaria y cambiaria y para la estabilidad nominal.

  • Nivel de Actividad

No hubo medidas adicionales a las anunciadas la semana pasada. Durante el lunes se conoció que la postura del ministro Lacunza era bastante clara al respecto: no hay más margen para políticas expansivas con costo fiscal. Solo se reconoció que habrá consecuencias negativas sobre la inflación y sobre la actividad económica.

Sobre esto último hay que decir que los pronósticos fueron corregidos, una vez más, a la baja. Se descuenta que la economía volverá a sufrir el golpe de la devaluación y de la consecuente aceleración inflacionaria ya comentada, con lo que la actividad volverá casi con toda seguridad al terreno negativo cuando se conozcan los resultados del tercer trimestre. Una primera estimación muy conservadora ubica las proyecciones para este año en torno a una caída de 2.2% anual (previo a las PASO esperábamos un retroceso del PBI del 1.4% anual) y un arrastre estadístico negativo de 0.5% para 2020, lo que significa pensar en una estimación más modesta para el desempeño de la economía en 2020, la cual amenaza ya con entrar también en terreno negativo.

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