Los riesgos del negacionismo ambiental

El Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, acaba de resolver la salida de su país del Acuerdo del Clima de París, suscripto por más de 190 países en diciembre de 2015. Se suma así a las únicas dos naciones que no lo rubricaron en su momento: Siria y Nicaragua. Lamentablemente ni la reunión con el Papa Francisco, ni su encuentro con los líderes mundiales del G7 la semana pasada, persuadieron al Presidente Trump, y su prédica populista y demagógica se puso esta vez al servicio de los intereses de la industria del carbón y el petróleo.

Trump sostuvo que el cumplimiento de los términos del Acuerdo del Clima pueden costarle al país la pérdida de unos 2,7 millones de empleos, pero intencionalmente olvidó señalar que el sector de la sustentabilidad generó sólo en 2016 unos 4,5 millones de nuevos empleos verdes en los Estados Unidos.

Paradójicamente, la semana pasada, mientras 180 países se reunían en Cancún (México) por la Quinta Cumbre Global para la reducción del Riesgo de Desastre de Naciones Unidas, se dio a conocer la segunda versión del proyecto de Presupuesto elaborado por la Administración Trump para los Estados Unidos, donde se recortan severamente los fondos previstos para políticas ambientales. Se reduce en un 31% el presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental, mientras que el gasto en Defensa, en cambio, aumenta más de u$s 50.000 millones, lo que significa 10.000 millones por encima de los niveles de 2017.

Así, mientras el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, el incremento de las temperaturas, el mayor nivel del mar, la acidificación del océano, la pérdida de hielo en los casquetes polares y la desertificación son hechos cada vez más visibles en el mundo, los riesgos y perjuicios del negacionismo ambiental del Presidente Trump parecen aún más severos.

La Organización Mundial de la Meteorología señaló que 2016 fue el año más caluroso desde que se tiene constancia, ya que la temperatura global se situó 1,1 grados por encima de la que existía en la era preindustrial. El año 2016 fue, además más caliente que 2015, y de los 16 años más calientes desde que se tiene registro, 15 fueron en este siglo. Por su parte, la propia Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos remarcó que la última vez que el planeta estuvo tan caliente como en 2016 fue hace 125.000 años.

En nuestro país, las lluvias e inundaciones récord que afectaron este año a once provincias son también una muestra de cómo nos está afectando a nosotros, ser uno de los diez países del mundo que más han deforestado en los últimos 25 años, según datos de la FAO.

Trump ya movió sus fichas, ahora será el turno de que el resto de los países del mundo coordinen la próxima jugada para dejar al descubierto los terribles riesgos del negacionismo ambiental.

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