Los jubilados o el equilibrio fiscal, ¿qué va primero?

Los economistas calificados como ortodoxos están muy preocupados por el plan económico puesto en marcha por la administración Macri y, sus alarmas indican que el equipo económico no está resolviendo el problema de fondo heredado de la anterior administración: el gigantesco déficit fiscal.
Se plantea que el plan de blanqueo de fondos para destinar su recaudación a saldar un pasivo previsional con nuestros jubilados no encaja con el actual contexto de déficit fiscal donde las arcas del Estado están gastando mucho más de lo que se recauda. Si a esta pésima situación financiera le agregamos un punto más de PBI para financiar la caja de nuestros abuelos, el problema se agravará mucho más y el remedio será peor que la enfermedad.
La crítica apunta a que con los nuevos niveles de deuda previsional prometidos por esta administración, esa cifra alcanzaría a casi 4% del PBI, superando a Francia o Canadá como estados de bienestar muy elevados y superiores en calidad a los nuestros.
Entiendo el punto, entiendo la preocupación y entiendo la crítica ortodoxa. La pregunta de fondo es qué va primero, el déficit o los jubilados. Un ortodoxo no tardará en responder lo siguiente: "resolvamos el déficit para, desde aquí, construir un sistema jubilatorio solvente, confiable y sustentable". Esa es una respuesta posible. Sin embargo, otro no tan ortodoxo podría responder: "paguemos a los jubilados la deuda que el país tiene con ellos y, desde aquí multipliquemos valor económico haciendo crecer el PBI".
Si comparamos el PBI de Argentina (apenas u$s 540 mil millones) con el de Australia o Canadá (economías similares a la nuestra) observamos que el PBI de Canadá y Australia triplica al nuestro y con una población de 35 y 15 millones de habitantes respectivamente. Francia, quintuplica el PBI nacional. O sea, comparar cuánto le asigna el estado argentino a los jubilados proponiendo como argumento lo que destinan economías más solventes y eficiente que la nuestra, es simplemente comparar peras con manzanas y el argumento se cae por su propio peso.
Ahora bien, lo llamativo es que la República Argentina tiene el potencial económico y productivo para cumplir con esas metas de PBI llevando nuestra actual producción a cifras similares a las de economías comparables como Francia, España, Italia, Canadá, Australia y otros países desarrollados.
Que la Argentina tenga un PBI similar al de Canadá, Australia o España no es un sueño inalcanzable.
Quizás, la administración Macri no está invitando como ciudadanos y empresarios a redoblar el esfuerzo colectivo por multiplicar nuestra riqueza y nuestra producción para comenzar a saldar los pasivos corrientes que nuestra sociedad tiene con el pasado, entre ellos nuestros abuelos. Si consideramos que la jubilación es un costo fijo, no hay duda que a medida que el PBI aumente, aquel costo tenderá a representar un porcentaje cada vez menor de nuestra producción. Quizás la administración Macri nos está invitando a este desafío colectivo donde con madurez asumamos nuestros costos y desde allí construir una sociedad más justa y mejor para todos. No es sano exigirle a los abuelos que paguen los platos rotos de administraciones anteriores que manejaron el país en forma irresponsable, como tampoco exigírselo a los enfermos y a los niños.
Es aquí donde el futuro de la Argentina se juega plenamente.
Por lo tanto, más allá de la ortodoxia fiscal, como sociedad debemos ponernos una exigencia moral de pagar las deudas y honrar a nuestros abuelos para, desde allí, construir una sociedad más eficiente y más productiva que tenga derecho a mejor salario, mejores condicionales laborales y mejores jubilaciones. No hacerlo, es poner el carro delante del caballo.
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