Las empresas necesitan que el Estado haga su parte para que se agrande la torta y suba el empleo

Para que los pesos rindan, el primero que tiene que ordenar sus cuentas es el Estado. Al hacer sus proyecciones de inflación, los analistas le asignan un valor sustantivo a la capacidad del Gobierno de avanzar en la prometida baja del déficit fiscal. Si el Poder Ejecutivo consigue cumplir sus objetivos de gasto y limita las naturales tentaciones a expandirlo, deja más espacio al crecimiento del sector privado. El tema es que en el mejor de los casos los resultados no serán espectaculares. Habrá una mejora en el nivel de actividad y subas de precios menores que las de 2016. Eso ya no se discute. La pregunta final es si ese avance le permitirá a la Casa Rosada conquistar el objetivo más crítico del año: un triunfo en las elecciones de octubre.

El Gobierno considera que no salió mal parado frente a la marcha de la CGT. Es un sentimiento, no obstante, construido sobre el factor que más le criticaron a la movilización sindical: su sentido político. La imagen que transmitió el desbande final y los cruces entre facciones mostraron que los gremios, que hoy son el único factor de poder real en el que puede anclar el peronismo, siguen tan divididos como siempre y ese constituye un talón de Aquiles.

En la calle, una parte importante de la sociedad vuelve a preguntarse si vamos bien, y si hay que conformarse con esta zona gris en la que se mueve la economía.

La Argentina aún no está preparada para funcionar en los tiempos de un país que pretende ser normal. Durante décadas, la impaciencia empujó a los sucesivos gobiernos a buscar atajos que permitieran recuperar tiempo perdido. El cortoplacismo derivó en recetas populistas, y ese camino se transformó en un círculo vicioso.

La política económica de Mauricio Macri está en un trance difícil, porque el gradualismo no genera cambios de un día para el otro. Es hora de limar costos, mejorar la competitividad y permitir que maceren las inversiones. Hay que hacer reformas fiscales y un nuevo pacto entre Nación y provincias. Las empresas necesitan que el Estado haga su parte para que se agrande la torta y crezca el empleo.
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