Las contradicciones comerciales que genera el coronavirus

Una de las contradicciones que están generando la crisis producida por el coronavirus y la consecuente detención industrial y comercial es que, por un lado, se escuchan optimistas pronósticos respecto de la posibilidad de salir con una economía algo más formalizada, mientras que por otro, crece el riesgo de que el contrabando y la falsificación marcaria ocupe el espacio de productos que hoy tienen a sus industrias frenadas.

Los que ven la mitad del vaso lleno del futuro económico se regodean con la oportunidad que brinda la crisis: muchos comercios se vieron obligados a formalizar sus operaciones a partir de la necesidad de subirse a la ola de las transacciones electrónicas. El que hasta hace pocas semanas lograba sobrevivir sin bancarizar sus ingresos y de esa manera eludir la lupa del control fiscal tuvo que adaptarse para tratar de resistir de la mejor manera posible. Parte de la ayuda que el Estado le está brindando a una fracción importante de la población, frente a la crisis económica y financiera, se canaliza a través de caminos formales, lo que redunda en un sinceramiento fiscal de parte de ciudadanos y comercios.

Las cadenas de pago con medios electrónicos, ya sean bancarizados o no, tuvieron un crecimiento notorio. Según registros realizados, el aumento fue superior al 80% en supermercados, restaurantes, bares y casas de comidas, y casi 60% en farmacias. Si bien no existen garantías de que esto se mantenga en condiciones normales, también es cierto que es difícil pronosticar hoy cómo será la normalidad de acá a algunos meses, o el año próximo, por poner fechas cercanas.

Obviamente, también dependerá del Gobierno nacional, así como de los provinciales y hasta municipales, que puedan aprovechar esta ola sin poner trabas o buscar atajos tentadores como la creación de nuevos impuestos o tasas diseñadas a medida de una formalización creciente. Con reglas de juego claras, esta crisis puede dar paso a una mejora, dentro de un panorama general calamitoso.

De cualquier manera, así como existe la mitad del vaso lleno, la parte vacía genera una preocupación enorme. Porque más allá de quienes se acomoden a la formalidad de la economía, no faltarán quienes aprovechen para ganar espacio con métodos delictuales en medio del revoleo.

Un ejemplo clarísimo es el que se está produciendo en la industria tabacalera. Con las fábricas frenadas por la cuarentena, la distribución diezmada y la producción del tabaco, en origen, acomodándose, aparecieron los que siempre están agazapados, al acecho, para sacar una ventaja desde el delito.

Desde la Asociación Civil Antipiratería Argentina venimos advirtiendo desde hace mucho tiempo que el contrabando, la piratería marcaría y la falsificación de productos generan un impacto económico global de más de un trillón de dólares anuales y, está probado, que gran parte de eso se destina a financiar al terrorismo internacional. Por eso, no se puede pasar por alto este llamado de atención.

En este momento, el contrabando y la falsificación marcaria encuentran un hueco para meter una cuña en espacios que se les venían cerrando a partir de un control promovido desde la participación pública, del Estado, y privada, de las empresas tabacaleras, en los últimos años. El ingreso de cigarrillos por canales ilegales desde países vecinos (el 90 por ciento proviene de Paraguay e ingresa por Misiones y por Formosa) no encuentra la solidez del control de las fronteras para las personas que buscan ingresar a la Argentina y, sumado al desabastecimiento que ya se está sufriendo mientras las compañías locales esperan para volver a producir, se corre el riesgo de que vuelvan a llegar en grandes proporciones a la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano, como sucedía en las décadas del 80 y 90. Eso significa menor recaudación de impuestos para el país, además de competencia desleal para las compañías formales. Por otro lado, fábricas clandestinas locales que aún existen, pese a que en los últimos años se realizaron más de media docena de allanamientos y clausuras, también aprovechan el descontrol para falsificar marcas de cigarrillos e introducir ese producto en el circuito legal de manera ilegítima.

Temas relacionados
Más noticias de COVID-19
Noticias de tu interés