Las calamidades del populismo

Durante los últimos años, en algunos países de América Latina, se han implementado políticas populistas. Las mismas, en breve síntesis, consisten en dilapidar recursos fiscales subsidiando a mansalva los consumos populares; siendo su verdadero objetivo el clientelismo político. Con esta dinámica, el exceso de gasto público va generando déficits fiscales cada vez mayores los cuales, indefectiblemente, terminan arrastrando a las economías hacia severas crisis macroeconómicas. Esta afirmación conceptual, puede corroborarse mediante datos cuantitativos.

En efecto, tomando los primeros 40 países medidos por su PBI -los cuales abarcan más del 90% del valor agregado mundial- a la fecha sólo se pueden encontrar tres países cuyas economías presentan fuertes desequilibrios: Venezuela, Brasil y Argentina. Este escenario no es casual; estos tres países son los únicos del conjunto que, recientemente, han implementado políticas populistas. La realidad 2016 de sus economías son -en diverso grado- de gran complejidad: caída de los niveles de actividad (-8,5%; -4,0% y -0,8%, respectivamente), excesivos déficits fiscales (15%; 5% y 8%); elevados procesos inflacionarios (180%; 9% y 35%); graves problemas de desempleo, fuga de capitales y crecientes niveles de pobreza. Los datos mencionados nos eximen de mayores comentarios respecto a las calamidades macro que han generado las políticas populistas en los tres países analizados.

Las conclusiones son claras: en términos económicos el populismo es inviable pues, más tarde o más temprano, conduce -vía exceso de déficit fiscal-a recesión; acompañada de crecientes niveles de inflación, desempleo y pobreza.

Si todo esto es tan claro, ¿por qué en Argentina, durante los últimos 40 años -comenzando por el Rodrigazo- hemos sufrido recurrentemente crisis de este tipo? La respuesta es muy clara: la causa principal reside en que, sistemáticamente, la corporación política argentina no sólo no ha bajado el gasto público (fuente de sus prebendas) sino que lo ha ido aumentando a lo largo de los últimos años. A este respecto, basta mencionar que -en el último año del gobierno de Cristina Kirchner- el gasto público ascendió a un máximo histórico del orden del 40% del PBI.

La sociedad argentina debiera comprender que, con este nivel de gasto, nuestro país tiene vedado el camino para lograr un crecimiento sustentable. Una vez más: la madre de todas las batallas es el combate contra el excesivo e ineficiente gasto público de manera de eliminar el déficit fiscal sistemático.

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