La violencia

El lúcido pensador búlgaro-francés Tzvetan Todorov inició la primera página de uno de sus libros de esta manera: "La oración cristiana más extendida del mundo, aquella que comienza dirigiéndose a Dios como Padre nuestro que estás en los cielos termina con un ruego cargado de sentido: y líbranos del mal. Hay, por lo tanto un elemento malo en la naturaleza humana del que Dios pueda librarnos y nosotros le rogamos para que lo haga".

En democracia, no se alimentan proyectos de eliminación definitiva del mal. En los sistema totalitarios hubo intenciones de masacrarlo pero los resultados fueron catastróficos. Cierta izquierda bregó por el hombre nuevo pero no se supo a qué costo.

El comunismo leninista lo levantó como bandera en medio de la guerra civil en Rusia que produjo centenares de miles de muertos. Stalin, con su purgas y su demencia paranoica decidió quien era bueno y quien malo. Hitler ordenó, catalogó a los malos y todos cumplieron sus consignas Generalmente los malos son los otros, los que no piensan como nosotros. Malo es quien no comparte mi visión del mundo y mis ideales. Malo es el que está en el otro bando.

Esto viene a cuento porque la violencia está creciendo en la Argentina y con altos niveles de maldad. Fue el kirchnerismo el que la utilizó como herramienta de combate verbal, enajenado y envalentonado. Cristina Fernández potenció ese legado llevando el odio a una máxima expresión. En ciertos aspectos futbolizaron la política, la llenaron de barro y de mugre.

Lo doloroso es que esa grieta de opiniones, de gritos y de insultos se vaya potenciando. Decir, por ejemplo, que el plan económico es el de Martínez de Hoz o que Macri es sinónimo de Dictadura es tener encima una carga de odio grande y dolorosa. Además de irreal para no decir mentirosa. Que se ha agrandado. Y vuelve con persistencia.

Actos, declaraciones, movimientos sigilosos, encuentros publicados en los medios de comunicación dan cuenta que el peronismo institucionalizado busca reubicarse lo mejor posible tras la derrota inesperada pero no lo hace con insultos ni actitudes despreciativas, salvo excepciones, que no son mucha

Los que combaten decididos a que este gobierno se termine son los violentos. Y esa violencia, llena de maldad, se da entre la mayoría de los kirchneristas y La Cámpora. Se inventa, se miente, se estimula como paradigma glorioso los actos de violencia fiera de los guerrilleros en la década del 70. A ello se prestan Asociaciones que no defienden los derechos humanos y alguna dirigente, que se atreve a cualquier insulto, a una justificación de la Maldad. O quemar el Palacio de Justicia en su momento. O a tomar la Casa Rosada hace algunos días.

La historia argentina está plagada de enfrentamientos civiles a tiros, sable, cuchillo y traiciones pero desde la Ley Sáenz Peña las discusiones tuvieron un tono distinto, el que le dio la democracia. Pese a ello conservadores y radicales se enfrentaban a tiros en las plazas de los pueblos, el verbo del diario Crítica y los antiirigoyenistas le quemaron la casa al viejo caudillo sobre el cual cayeron causas de corrupción nunca comprobadas. Sin embargo, en el entierro poquitos años después fue la sociedad entera la que lo honró.Varios socialistas dejaron el socialismo y se abrazaron a la construcción de la Década Infame, definitivamente conservadora. Sin embargo, después del atentado contra Lisandro de la Torre quien terminó suicidándose por la desesperación, Federico Pinedo (abuelo) presentó un proyecto de autonomía industrial formidable y único, esencialmente proteccionista frente a la guerra que se avecinaba. Diputados radicales lo terminaron cajoneando.

Fue el triunfo de la rebelión militar de 1943 y luego los gobiernos de Perón los que engendraron odios y desencuentros de envergadura, Son desencuentros de tal especie y color que guardan parecidos a los actuales. Pero es el conglomerado heterogéneo del peronismo el que está haciendo los deberes y preparándose democráticamente, de la misma manera que los diputados, los que disputan el triunfo en las próximas elecciones legislativas. Los gobernadores peronistas son los que generaron otro espacio, donde en la mayoría de los casos impera el diálogo.

Menos de 20 años después de la caída de Perón fueron los 70 y después la Dictadura militar los que quebraron toda posibilidad de entendimiento. Hasta ahora no se conocen -salvo casos excepcionales- autocríticas de los guerrilleros ni de los militares. Más bien se extiende el silencio, que es seguir pensando lo mismo que en el 70.

Enfrentamiento armados en nombre del pueblo, despreciando las consignas elementales de una administración democrática. "¿Para que sirve el Parlamento?" me dijo, despreciativamente un ex-guerrillero.

Las instituciones elementales de representatividad popular no existían para ellos. Si hubiera ganado el ERP ¿no hubieran hecho algo parecido a los Khmer Rouge de Camboya? Es muy posible.

En estas semanas todo se ha encrespado mucho más de lo que se pensaba. Quizás el motor de todo ello sea la paralización económica y las puertas del crecimiento que no se abren. Las discusiones entre economistas y gobierno y viceversa ennegrecen más el panorama. Las culpas que los funcionarios arrojan a los empresarios suben cada vez más de tono, tengan o no tengan razón. La economía no logra desatarse, hay sectores que no han sufrido y otros que están parados (el 40% del aparato productivo sigue en silencio). Hay acusaciones, inventos, chismes, ataques solapados, acusaciones injustas, de todos lados. Hay Maldad. La justicia, con sus tiempos, tampoco ayuda. La tirantez Lorenzetti y Elisa Carrió potencia los ánimos.

Y hay temas que resolver al que no se le encuentra la vuelta : la pobreza, la desigualdad, son el bache más profundo.

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