La suma de pequeñas medidas no siempre se transforma en un plan

Muchos de los ejecutivos que respondieron la encuesta de expectativas que IDEA hace todos los años, hacen un esfuerzo para ver la parte del vaso medio lleno. Son los que pertenecen a sectores que de alguna manera quedaron mejor acomodados en la pandemia, o que tienen una perspectiva exportadora más positiva. Pero al resto le cuesta poner todas las medidas y decisiones que está transmitiendo el Gobierno en estos días y considerarlas parte de un programa económico que restaure la confianza, como pidió el FMI.

El presidente Alberto Fernández remarcó el miércoles, al presentarse en el Coloquio, que ni devaluar ni afectar los depósitos en dólares son ideas que pueden ser implementadas por su gobierno. Todos entienden que hacerlo tendría un costo negativo si lo que se aplica es solo una corrección aislada. Lo que viene después es la pregunta para la que nadie escucha respuesta: si esto no se resuelve con un hay ajuste cambiario, entonces con qué?

Los empresarios miran el horizonte de corto plazo como si estuvieran parados a la ribera de un río. La orilla de enfrente no está lejos. Aunque más no sea por efecto de la física o la estadística, saben que a la recesión económica de este año le debería seguir un rebote.

El Ministerio de Economía y el FMI no difieren mucho de sus proyecciones para 2021: ambos ven una recuperación cercana a 5%, al igual que varios consultores privados. Pero lo que no terminan de adivinar los hombres de negocios es la profundidad del cauce de agua, ni su velocidad. Le están pidiendo un puente al Gobierno, y la respuesta que obtienen es que en el verano ese curso perderá fuerza y podrán cruzar caminando.

"Tengo capacidad para exportar, pero para hacerlo debo traer insumos y es lógico que en el contexto actual el Central no quiera desprenderse de los escasos dólares que tiene. Pero al hacerlo se traba la rueda de la economía. Y si no puedo calcular a qué dólar voy a tener que calcular la producción de los bienes que exporto, no tengo plan de negocios ni capacidad para proyectar algún tipo de inversión". Ese razonamiento está en la cabeza de la mayoría de los directivos que hoy se sienten paralizados y que funcionan con un horizonte de 30 días.

El Gobierno ha hecho su cuota. Es real que puso una enorme cantidad de recursos para sostener a las empresas y al empleo en la pandemia. Y que tras cerrar la reestructuración de la deuda, armó un Presupuesto 2021 razonable (que los economistas no se llegan a calificar de equilibrado). Ahora está buscando atraer dólares y ponerle la cara del FMI al "hada de la confianza".

Pero algo falta para que ese mapa sea una hoja de ruta. La ansiedad de los que esperan un plan de verdad le quita oxígeno a los que tienen que pensarlo. Debería ser tiempo de parar la pelota.

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