La sostenibilidad de la deuda: lecciones de un beduino

Hace muchos años, un beduino ingresaba con su hijo a Egipto a vender unos tapetes. Deshidratado, el chico pidió al padre comprar agua a tan solo una libra, a lo que el padre se negó por ser muy costoso. Saliendo del pueblo, luego de una venta exitosa, el padre compró la misma botella de agua, que ya costaba 3 libras, ante el asombro de su hijo. ¿Por qué compraste el agua si está más cara que antes? Preguntó el muchacho, y la respuesta fue tan simple como contundente: "Porque ahora podemos".

Todo análisis sobre la economía de un país contempla entre sus principales variables el ratio de Deuda/PBI. Un alto ratio implica atender un futuro cargado de fuertes pagos de servicios de deuda, acorde a la producción total. Así, países como Japón, Italia o Bélgica con ratios respectivos de 200%, 130% y 100% deberían tener problemas, pero sus ratings de deuda son muy buenos. ¿Cómo explicar esto?

La solvencia tiene que ver, no solo con la cantidad adeudada sino además con la capacidad de generar genuinamente la producción suficiente que permita el repago de esta deuda. Como el padre explicaba a su hijo, no es lo que cuesta sino si generamos los recursos para pagarla.

El actual gobierno heredó un país con serias dificultades, como ser desempleo, pobreza e inflación, y eligió reemplazar la emisión monetaria como medio de financiamiento por emisión de deuda. Pero la economía no repunta, y la deuda se acumula. Asimismo, decidió mantener un déficit fiscal positivo (estimado entre 5% y 7% para 2017) planteando una reducción muy gradual.

El déficit fiscal no es gratis, y siendo que bajo este régimen no se cubrirá con emisión monetaria, la alternativa es emisión de nueva deuda. Además, la tasa de deuda Argentina es atractiva en el mundo, por lo que cualquier nueva emisión atrae un fuerte ingreso de divisas especulativas elevando el valor de la moneda local, lo que genera una pérdida de competitividad externa afectando las perspectivas de crecimiento.

Así, el festival de deuda parece haberse extendido a las provincias, con emisiones de deuda externa cercanas a los u$s 10.000 millones. La Ciudad de Buenos Aires, por su parte, en seis años, cuadriplicó su deuda en dólares aunque este mayor endeudamiento no se tradujo en un incremento proporcional en obras de infraestructura. Estos son, además, compromisos más caros ya que se toma como base de riesgo a la nación para luego adicionar el provincial (de 100 a 150 puntos básicos a similar vida promedio).

La emisión de deuda para financiar el crecimiento es un camino válido. Los problemas comienzan cuando se abusa de este instrumento. Emitir deuda de largo plazo en un mercado tomador es una gran tentación para cualquier gobierno, pero la facilidad en su colocación suele acarrear el riesgo moral del gobernante, que pone sus intereses por encima de los del pueblo quien, a la larga, deberá pagar la deuda contraída.

Así, queda solo una pregunta por contestar. Si el padre hubiera vendido tan solo la mitad de los tapetes, ¿Hubiera podido el niño saciar su sed?

 

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