La región en el Consejo de DD.HH. de la ONU

La Argentina ha sido elegida por la Asamblea General de Naciones Unidas para integrar, por cuarta vez, el Consejo de Derechos Humanos. El resultado de la votación refleja un reconocimiento a la labor de la diplomacia argentina en iniciativas sobre genética forense, justicia de transición, derecho a la verdad, impacto negativo de la corrupción, matrimonio infantil, precoz y forzado en situaciones humanitarias, patrimonio cultural, los derechos de los mayores, la protección de los centros educativos en situaciones de conflictos armados y las desapariciones forzadas. También por ser un país que promueve y defiende valores y principios universales.

Las ocho bancas latinoamericanas a partir de 2019, de las 47 del Consejo, incluyen a Brasil, Bahamas, Chile, Cuba, México, Perú y Uruguay. Un perfil de naciones, que salvo en el caso cubano, representan visiones democráticas y de pleno respeto a los DD.HH. que permite presumir una mayor cohesión regional en la defensa de valores universales ante la alarmante situación en Venezuela y el deterioro que enfrenta Nicaragua. Ya este año el Consejo adoptó una histórica resolución de condena a los abusos del régimen venezolano. Es de esperar que el grupo latinoamericano también ponga un freno a los desproporcionados ataques contra Israel. En 2018, por ejemplo, se aprobaron cinco resoluciones, un número mayor que las que en conjunto considero respecto de Corea del Norte, Irán, Siria y Congo.

Uno de los mayores desafíos para la diplomacia regional será impulsar una reforma de las prácticas del Consejo de DD.HH. para atenuar el lamentable sesgo político y el doble estándar de muchas decisiones. En numerosas ocasiones es desilusionante que el máximo órgano del sistema de la ONU en materia de DD.HH. termine ignorando a países que violan o niegan derechos humanos básicos conforme a la Declaración Universal de los DD.HH. También que un número significativo de miembros sean regímenes autoritarios o de baja calidad democrática con los consecuentes abusos de derechos fundamentales. Estos datos son ejemplo elocuente de las dificultades del Consejo para cumplir con la finalidad para la cual fue creado en 2006 en reemplazo de la desprestigiada CDH de 1946.

Reforzar la legitimidad y credibilidad del Consejo de Derechos Humanos como uno de los tres pilares básicos del sistema de la ONU y estimular respuestas concretas que ayuden a su efectividad, es una cuestión central y urgente. Eso incluye acentuar la tarea de los relatores, propiciar mayor participación de la sociedad civil, establecer una mejor elaboración del Examen Periódico Universal (EPU) y otorgar una adecuada asignación presupuestaria. También un mejor mecanismo de decisión en lo que hace a la calidad de los que se eligen como miembros plenos, muchos de los cuales se encuentran, paradójicamente, en la lista de los 38 países identificados por el Alto Comisionado por los DD.HH. de la ONU como los mayores violadores de derechos humanos del mundo.

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