La reconversión de Nueva York

La Gran Manzana se renueva. Proyectos en Real Estate y cambios demográficos, a la orden del día.

Desde King Kong a Los cazafantasmas, pasando por ya clásicos del séptimo arte como Cuando Harry conoció a Sally, La ventana indiscreta, Después de hora o Secretaria ejecutiva, la historia del cine se encargó de retratar de mil maneras a Nueva York. Sin embargo, a pesar de las infinitas escenas inmortalizadas, la ciudad que nunca duerme tampoco es la misma. En el último lustro, los desarrollos de Real Estate coparon buena parte de la Gran Manzana y las obras en construcción prometen seguir reconfigurando las caras más tradicionales de la urbe.

Quizá la perla sea el novato barrio de Hudson Yards, el desarrollo inmobiliario privado más grande de Nueva York desde el Rockefeller Center. De la mano de Related Companies y Oxford Properties Group, está emplazado en el corazón del West Side de Manhattan, muy cerca del comienzo -o final, según por dónde se empiece el recorrido- del High Line Park. Un destino que capta por igual la atención de turistas, influencers, foodies y marchands, y que espera estar terminado para 2025, tras una inversión de u$s 20.000 millones.

Para entonces, se espera que unas 125.000 personas visiten, residan y trabajen diariamente en la zona, de 113.000 m2, que contará con un espacio público abierto de 56.000 m2, jardines con 28.000 especies de plantas y flores, el mirador al aire libre más alto del hemisferio occidental -que se inaugurará a principios de 2020-, unos 100 locales, 4000 viviendas distribuidas entre las 12 torres de residencias y oficinas, y hasta una escuela para 750 alumnos. Todo contribuirá con casi u$s 19.000 millones anuales del PBI de la ciudad. Y todo, como es de esperar en la tierra de las 50 estrellas, a lo grande.

Pero Hudson Yards ya puede sentirse. De hecho, alberga una tentadora paleta de espacios gastronómicos -que incluye el sello del chef catalán Ferran Adriá, quien, junto con su hermano Albert y al chef asturiano José Andrés, cortó las cintas del mercado Little Spain este abril-, un centro comercial de siete pisos con marcas de la talla de Kenzo, Fendi y Chanel, así como una tienda departamental de Neiman Marcus-, un Equinox Hotel con 212 habitaciones y una monumental escultura que promete convertirse en otra imperdible postal neoyorquina: The Vessel, abierta al público desde el 15 de marzo. Se trata de una estructura que recuerda a una gran colmena, diseñada por el arquitecto británico Thomas Heatherwick, al frente de Heatherwick Studio. Compuesta por 154 tramos de escaleras interconectadas, totalizando 2500 escalones, ostenta una altura de casi 46 metros.

Pero hay más para el skyline citadino: entre el millón de edificios que alberga la ciudad, un nuevo gigante espera abrir sus puertas para 2020. Con 98 pisos, el Central Park Tower (Nordstrom Tower), desarrollado por Extell Development Company en Midtown Manhattan, se convertirá en el segundo bloque más alto de NYC, después del One World Trade Center (Freedom Tower), inaugurado en 2014, tras una inversión de u$s 3900 millones.

Detrás del desarrollo urbanístico de este dinámico distrito, se suman más cambios para la ciudad: el MoMA, que anunció su reapertura para octubre, está en plena renovación. El proyecto de u$s 450 millones añadirá más de 3700 m2 de espacio para galerías y un estudio destinado a espectáculos.

Asimismo, y para dar batalla al flagelo del tránsito, que hizo de Nueva York la cuarta ciudad más congestionada de los Estados Unidos, de acuerdo el Inrix Global Traffic Scorecard, a partir de 2021 se cobrará a todos los vehículos que ingresen a una zona de precios que cubre el bajo Manhattan, desde la calle 60 hasta el sur de la isla.

Todo se da en el marco del veloz crecimiento de la población hispana (2,4 millones de latinos sobre 8,4 millones de habitantes), que está transformando, asimismo, la composición étnica y el lenguaje de la ciudad. De acuerdo al censo de 2017, el origen del 48% de los ciudadanos naturalizados es América latina y el español es hablado por 24,4% de la población neoyorquina.

La imagen de una vibrante Marilyn Monroe, parada sobre la rejilla del subte mientras intentaba sostener la falda de su vestido blanco en La comezón del séptimo año, o el cálido rostro de Audrey Hepburn, en la piel de Holly, en Desayuno en Tiffany's, fueron durante años símbolos de Nueva York casi tan icónicos como la Estatua de la Libertad. Pero, conforme el paso del tiempo, y así como La niña sin miedo, una escultura de bronce de la artista Kristen Visbal, con un claro mensaje de empoderamiento femenino, se animó a hacer frente al Toro de Wall Street, la ciudad se reconvierte. Porque, como supo expresar el diseñador Karl Lagerfeld, "mientras que otros lugares tienden a quedarse estancados, Nueva York siempre continúa evolucionando".

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