La necesidad de construir una política exterior federal

Alberto Fernández propuso en la campaña electoral una iniciativa sumamente ambiciosa: construir una “democracia federal mediante la desconcentración del gobierno nacional. Como aspecto sobresaliente, el plan contempla establecer una ciudad capital en cada provincia y realizar reuniones de gabinete rotativas. El primer paso de este experimento se produjo a tan solo diez días de asumir el gobierno. En la ciudad entrerriana de Concordia, Fernández realizó una reunión del “gabinete federal y lanzó oficialmente el plan nacional contra el hambre.

Aunque original, el plan federal del presidente no es inédito. Todos los presidentes desde la recuperación democrática buscaron “relanzar el federalismo argentino, ya sea intentando mudar la capital o revisando el régimen de coparticipación. Sin embargo, un aspecto común a estas iniciativas federales es que ninguna incluyó a la dimensión internacional como un aspecto de relevancia. Siempre se hicieron pensando exclusivamente en la política doméstica, especialmente en lo relativo al juego Ejecutivo-Gobernadores.

La crisis económica y la incipiente recesión global hacen que el nuevo gobierno tenga que lidiar con un panorama sumamente delicado. Ante este escenario, Argentina necesita innovar y buscar herramientas que la ayuden a salir de la crisis, potenciar su comercio internacional y superar la falta de divisas. En este marco, la propuesta del Alberto Fernández es una valiosa oportunidad para debatir cómo pasar de un esquema de política exterior mayoritariamente presidencialista hacia uno multi-escalar. Es decir, un esquema en el que las provincias, ciudades y municipios participen activamente del proceso de diseño e implementación de la estrategia internacional de la Argentina.

Un país del tamaño de Argentina requiere que las relaciones exteriores contemplen las estrategias de desarrollo de las diferentes regiones del país. Por mencionar algunos ejemplos, las provincias agropecuarias y ganaderas de la “zona núcleo tienen mucho que decir sobre la relación bilateral con China. También resulta lógico que, si Argentina opta por sumarse a la nueva Ruta de la Seda impulsada por Beijing, las provincias con puertos de exportación participen de las negociaciones. Algo parecido sucede con Jujuy, la provincia que concentra la mayoría de las inversiones del país asiático en el país.

Desde Córdoba, por su parte, se presta especial atención a las relaciones con Brasil, debido a lo que pueda pasar con el Mercosur y el comercio automotriz. Lo mismo pasa con los municipios industriales del conurbano bonaerense y los posibles alcances del acuerdo con la Unión Europea. Hay otros casos que van más allá de lo comercial ¿Acaso Tierra del Fuego no debería ser un actor fundamental en el diseño de la política antártica nacional y en la estrategia sobre Malvinas?

Ahora bien, ¿cómo lograr que las provincias, ciudades y municipios tengan un rol más activo y estratégico en potenciar sus mercados y productos? ¿Qué rol puede cumplir el gobierno nacional para facilitar esto?

Muchas de las propuestas que circulan en la materia se abocan a la creación de un Consejo Federal de Relaciones Internacionales. Esto puede ser útil para enviar un “mensaje político , pero no es el instrumento más efectivo para generar políticas públicas. Lo que se necesita, en realidad, son medidas de gestión ágiles que den resultados en el corto plazo. Esto requiere vincular de un modo efectivo tres dimensiones: 1) Información que ayude a la toma de decisiones de los gobiernos provinciales y municipales; 2) el apoyo diplomático y operativo para diseñar y cumplir los objetivos establecidos; 3) anclar los puntos anteriores en un proceso de planificación estratégica que coordine esfuerzos, oriente la gestión y genere espacios para nuevas ideas.

Información para la toma de decisiones. Este punto requiere de un Estado nacional que oriente a los gobiernos subnacionales en la identificación de oportunidades y búsqueda de inversiones. Con esta idea fue creada en los noventa la Subsecretaría de Relaciones Institucionales y Diplomacia Pública dentro de la cancillería. No obstante, salvo en algunos breves periodos, esta dependencia solo cumplió funciones de acompañamiento protocolar.

Una cancillería que lleve adelante un pensamiento integral sobre los escenarios futuros y cómo los mismos se vinculan con las realidades regionales del país puede ayudar a los gobiernos provinciales y municipales a maximizar sus ya limitados recursos. En esta línea, una buena podría ser rejerarquizar este espacio clave de vinculación exterior y doméstica. La reciente creación de la Subsecretaría de Asuntos Nacionales y el retorno del área de Comercio Internacional a la órbita del Palacio San Martín son auspiciosos avances en ese sentido.

Sudamérica junto a Europa, la llave para escapar al dilema de la bipolaridad

Múltiples opciones aparecen en el horizonte para el desarrollo sudamericano. Ya sea por geografía, peso poblacional y tamaño económico, los próximos años no debería encontrarnos atrapados en la dinámica bipolar Estados Unidos-China, a pesar que los temores y comentarios giren sobre esa perspectiva.

Apoyo diplomático y operativo. Un error recurrente de los países que quieren aumentar sus exportaciones es abrir compulsivamente embajadas y representaciones diplomáticas. Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del período 1995-2004, sin embargo, revela que en los países de América Latina que crearon una oficina de promoción de exportaciones tuvieron un impacto 5,5 veces mayor en la diversificación de las exportaciones que aquellos que multiplicaron las representaciones diplomáticas. El gobierno de Cambiemos intentó hacer algo en ese sentido, cuando creó en 2016 la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional. No obstante, la agencia quedó atrapada en una puja entre la Cancillería y el Ministerio de Producción.

Por eso, una buena medida sería ordenarla y reorientarla, dotándola de personal propio, oficinas alrededor del país y en el exterior, con la cancillería ejerciendo un rol de primus inter pares sobre las demás dependencias estatales. Los casos de PROCHILE, PROCOLOMBIA y  KOTRA (Corea del Sur) son ejemplos que valen la pena ser estudiados.

Planificación estratégica. Dado que el diseño de una política exterior federal es un emprendimiento que involucra distintos niveles de gobiernos, áreas del estado y actores no estatales, resulta clave establecer mecanismos de planificación estratégica que coordinen a los actores involucrados y los temas específicos (acceso al financiamiento, campañas de exportación internacionalización de las pymes, etc.).

Salvando las distancias, la estrategia gubernamental para la promoción de la exportación y la diplomacia económica de Dinamarca puede es un caso para tomar en cuenta. De esta estrategia surgió, por ejemplo, la figura de asesores sectoriales del crecimiento en 14 embajadas de importancia estratégica, que proporcionan conocimiento y asesoramiento a las autoridades y empresas danesas en sectores claves ¿Por qué Argentina no podría pensar en una figura similar, pero con eje en las prioridades de las provincias?

Como se dijo al principio, el escenario de recesión global, restricción externa y crisis económica que enfrenta Argentina requiere de estrategias innovadoras, multisectoriales y multidimensionales. En el caso de la política exterior, involucrar a las provincias, ciudades, municipios y demás gobiernos locales no es sólo una cuestión de representatividad interna, sino un aspecto necesario para afrontar estas adversidades. Si algo demostró la frustrada estrategia internacional de Mauricio Macri es que la empatía personal y la “diplomacia de canapés en eventos internacionales no alcanzan para abrir mercados y conseguir inversiones.

 

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