La movida causó mucho ruido externo, pero en la trastienda quedó un sabor a empate

Antes de analizar si la decisión de modificar la meta de inflación era buena o mala, buena parte de la discusión se concentró en afirmar si la pulseada interna había dejado ganadores y perdedores. El más lacerado por los comentarios fue, obviamente, Federico Sturzenegger, ya que para muchos lo que sucedió en la Casa Rosada fue una intromisión del poder político en un área que debe funcionar con plena independencia.

Pero para validar esta línea de pensamiento, también habría que sostener que hasta que se resolvió ejecutar esta movida, el titular del BCRA ganaba y el ala política perdía. Y eso tampoco era tan así: la meta de inflación de 2017 no se cumplió y la de 2018, con un número tan desafiante como 10%, lucía igual de lejana. Su reputación, para ser francos, estaba más que amenazada.

Las metas de inflación vigentes habían sido anunciadas por Alfonso Prat-Gay en el comienzo de la gestión. Por eso Sturzenegger no se rasgó las vestiduras ante el hecho de que fuese Nicolás Dujovne quien comunicara el cambio. Los objetivos los fija siempre el Poder Ejecutivo y la instrumentación corre por cuenta del Central. "Intervención hubiese sido que forzaran al BCRA a bajar la tasa por pedido de la Casa Rosada, algo que no sucedió. Por el contrario, consiguió el compromiso de cortar el financiamiento al Tesoro, algo que está en la raíz de cualquier política antiinflacionaria", apuntó un economista que conoce el funcionamiento del ente monetario.

Lo que hizo el Gobierno ayer fue aceptar en público que no le va bien en la lucha contra los precios. Varios funcionarios del área política se quejaban del nivel de las tasas, pero del otro lado, el Central planteaba que no podía hacer otra cosa si el Ejecutivo aplicaba aumentos sustantivos de tarifas y liberaba las naftas, como si esa acción fuese inocua. Cada uno atendía su juego y nadie apuntaba a la coordinación.

Si el Central defendía una política dura con tal de mantener a raya las expectativas, era porque sentía que trabajaba directamente para Mauricio Macri. El Presidente repite hasta el cansancio que quiere ser juzgado por la reducción de la pobreza. Y sabe que ese indicador depende más del BCRA que del resto de sus ministros.

El sinceramiento de la meta fue bien recibido por los analistas. El intento de una mayor coordinación, también. La suba del dólar era esperada, aunque no tan intensa ni tan rápida. La Casa Rosada y el Central creen que sacaron un empate razonable. El mercado tiene la palabra.

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