La inmigración podría salvar a Europa

La Unión Europea se encuentra en riesgo existencial. La salida de Gran Bretaña es el indicador más relevante de una crisis profunda, tal como fue reconocido por los jefes de Estado de 27 países miembros en una reunión celebrada en Bratislava (Eslovaquia) el 16 de septiembre. En su transcurso se planteó una agenda de cuestiones urgentes como la inmigración, el diseño de una política de defensa común, el desempleo y el estado anémico de la economía.

Estos temas volverán a tratarse en marzo venidero, durante las celebraciones del 60 aniversario de la creación del Tratado de Roma que constituyó la Comunidad Económica Europea (CEE) y la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom) que, junto a la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), constituyen los antecedentes de la actual Unión Europea.

Durante la reunión de Bratislava, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, expresó su fuerte oposición a lo que calificó como política permisiva de Alemania respecto a los migrantes. Esta posición fue compartida por otras naciones de la Europa central y del este, como Eslovaquia, la República Checa y Polonia. La postura de estos Estados contrasta con el comportamiento demográfico de sus propias poblaciones. Según estadísticas de la UE, 13 de sus países miembros exhiben un saldo migratorio negativo (mayor cantidad de emigrantes que de inmigrantes), entre los que se encuentran Bulgaria, Polonia, Rumania, Estonia, Latvia y Lituania.

De acuerdo a World Population Prospects de Naciones Unidas, los diez países con mayor reducción de sus poblaciones para el período 2015 2050 se ubican, en su totalidad, en Europa Central y del Este. La máxima reducción poblacional prevista es la de Bulgaria con un 27,9%. Para Hungría se prevé un 15,6% y para Polonia un 14,2%.

La verdadera dimensión de estos desbalances se adquiere cuando se toma en cuenta que los migrantes corresponden a edades activas, lo que supone acelerar el envejecimiento poblacional en sus países de origen.
Esta delicada situación debería conducir a la aplicación de políticas migratorias tendientes a compensar estos desequilibrios.

Desde la óptica de los países receptores, también se generan problemas. El libre movimiento de trabajadores, principio básico en los procesos de integración consolidados, fue un elemento central en la publicidad a favor del Brexit. Ya resuelto este alejamiento, se siguen produciendo ataques contra la comunidad de origen polaco, la segunda más numerosa después de la hindú.

Los desplazamientos poblacionales generan problemáticas complejas, que deberían ser previstas. En este contexto, Argentina tiene hoy una densidad poblacional de las más bajas del mundo, 16 habitantes por kilómetro cuadrado. En los próximos 35 años se prevé que la población mundial supere los 8000 millones de habitantes. El mayor crecimiento poblacional corresponderá a África, el continente geográficamente más cercano a nuestras costas.

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