La industria no quiere otro rumbo, sino que la política sea más efectiva

Hace tiempo que el presidente Mauricio Macri viene esperando gestos de los empresarios que contribuyan a resolver los problemas de la Argentina. Pero no encontró el eco que esperaba, sobre todo en entidades representativas de sectores industriales que no hicieron pie en la economía estancada. El primer mandatario esperaba más acompañamiento en su visión de largo plazo, y los hombres de negocios aspiraban a transitar la coyuntura con menos angustia. Solo entre las grandes empresas internacionales hubo expresiones de apoyo directo, traducidos en anuncios de inversión más relevantes. Tiene lógica, porque se trata de miradas muy atadas al capital: en aquellos lugares donde las reglas y las ventajas competitivas argentinas eran induscutidas, como en energía, los avances se notaron. Pero en aquellas firmas nacionales de rubros comprometidos por las importaciones y los costos, hubo menos comprensión para la política oficial.

A Macri no le cayó bien tanta sonrisa durante la visita de Alberto Fernández a la UIA, que sucedió después de que el titular de la entidad, Miguel Acevedo, se retirara de un evento en Córdoba justo antes de que hablara el Presidente. Pero es lo que le toca. Seguramente tendrá mejor recepción la semana que viene en el Coloquio de IDEA, a donde irá a defender su gestión, pero sobre todo, sus propósitos.

Es que Macri sabe que la distancia entre los objetivos de unos y otros es más estrecha de lo que parece. Todos están de acuerdo en generar mayor competitividad, de tener marcos laborales más modernos y de expandirse a nuevos mercados. Pero el Presidente hubiera esperado mayor tracción de los empresarios ante el Congreso y los gremios, un rol que los privados no tienen capacidad de desempeñar. La UIA no tiene el músculo de la poderosa Federación de Industrias paulistas.

Los industriales también esperaban más de Macri, porque asumían que un mandatario que padeció el costo argentino en carne propia iba a trabajar más por ese objetivo. Una vez más, lo que los distanció no fue la meta, sino el camino elegido. La administración Cambiemos nunca priorizó la política como una herramienta para acercarse a un medio. Y si bien negoció mucho, y bien, en el Congreso y en las provincias, en otras áreas sus interlocutores fueron menos flexibles. La mezcla de intereses y los tiempos de la gestión no fraguaron. Dólar barato, tarifas ajustadas, tasas reales, baja recomposición del poder salarial, no ayudaron ni a exportar ni a dinamizar el mercado interno. En ese camino, Macri fue por un lado y los empresarios por otro.

Si hoy hay una sintonía distinta entre industriales y peronistas, es porque entienden que la búsqueda de acuerdos será flexible. Que habrá gestos para todos los que se sienten a la mesa y no solo pedidos de sacrificios. Habra que ver si el combo esta vez funciona.

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