La incertidumbre se volvió un cepo tan pesado como el financiero
En el mundo de las empresas se observa con cierto desánimo la compleja marcha de la economía. La mayoría de las compañías enfrenta, en algún tramo de su actividad, algún tipo de cepo. La que no padece el cepo real, producido por el control de cambios que aplicó el Ejecutivo, carga sobre sus hombros la parálisis que provoca la incertidumbre. Esta claro que esta sensación no es caprichosa: solo traduce el estado de indefinición que produjo el resultado de las PASO, en el que hay un ganador y un perdedor, pero ninguno con estatus definitivo hasta dentro de 40 días.
Las firmas de capital extranjero intentan explicar a sus casas matrices que la principal preocupación del Gobierno es una sola: que no haya olas que agiten más el agua. Además de cumplir con la formalidad del Presupuesto 2020, la principal preocupación de gestión es el cuidado de las reservas y de la variación del dólar, como bien remarcó Hernán Lacunza apenas asumió su cargo. La pregunta recurrente del exterior es si deben considerar definitivo el resultado de las PASO o si se habla a nivel local de alguna variante que le permita a Macri alcanzar una segunda vuelta. Las encuestas ratifican la idea de que Alberto Fernández está en condiciones de ampliar su ventaja, pero en el sector privado ya no creen en este instrumento. Saben que no tienen más remedio que esperar, y eso potencia la impaciencia.
Una multinacional recibió como directiva avanzar con proyectos de inversión solo si el fondeo puede recuperarse en seis meses como máximo. Con ese requisito, el mensaje debe ser traducido de otra forma: no hay que esperar inversiones por un buen tiempo.
Hasta la jueza que lleva el juicio contra el Estado por la expropiación de YPF se acopló a este razonamiento: decidió postergar los alegatos hasta enero de 2020, a la espera de que haya una voz autorizada para hablar por la Argentina. Lo que es una buena noticia para la actual administración, representa en realidad la imagen de un tapón institucional.
Pero vale señalar que entre los referentes privados tampoco se cree necesario llegar al extremo de adelantar el traspaso presidencial (dando por sentado un triunfo del peronismo), porque perciben que la Argentina no tiene la vulnerabilidad institucional de 1989. Raúl Alfonsín anticipó las elecciones a mayo, creando una transición de siete meses que se acortó a menos de 60 días por culpa de la híperinflación.
Por el momento celebran que Fernández haya optado por la prudencia, después del golpe que asestó al mercado con su duro comunicado contra el FMI. Pero en la Argentina cortoplacista, cada vez hay más ansiosos que prefieren acortar tiempos y caminar hasta las oficinas del candidato en San Telmo.