La guerra de Trump

Sin espacio para el diálogo, Donald Trump aplicó rápidamente políticas concretas que representan un peligro para los derechos humanos. Una serie de órdenes ejecutivas contra los migrantes tendrán consecuencias adversas de largo alcance. No es sólo un problema de Estados Unidos. Los efectos de estas políticas se harán sentir en distintos países del mundo y las personas más vulnerables son quienes más lo van a sufrir.

Dos de los principales blancos contra los que apunta Trump, tal como lo anunció en su campaña, son: las personas musulmanas y las personas refugiadas.

Con la orden ejecutiva del 27 de enero para "proteger a la nación contra ataques terroristas de extranjeros", Trump declaró la guerra a las personas refugiadas musulmanas de todo el mundo. Su aplicación sembró de inmediato miedo y caos.

Hubo un breve aplazamiento el 3 de febrero, cuando una Corte Federal de primera instancia dictó una orden de alcance nacional que bloqueó la medida por ser discriminatoria, pero no duró mucho.

El 6 de marzo, tras semanas de incertidumbre, la Casa Blanca dictó una orden ejecutiva revisada. A pesar de los retoques que se hicieron, esta decisión desafía al poder judicial y, aunque con otro nombre, sigue siendo una prohibición impuesta exclusivamente a los musulmanes.

De un plumazo, el Presidente cerró otra vez la puerta a las personas procedentes de Siria, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, incluidas las refugiadas. El foco esta puesto en estos países, que no sólo son predominantemente musulmanes, sino también lugares en guerra o destrozados por la guerra y quienes huyen lo hacen para evitar más violaciones a sus derechos humanos.

Trump afirma estar impidiendo la entrada de terroristas que causarían daño a Estados Unidos. Pero lo cierto es que no existen datos que respalden la idea de que hay más riesgo de que cometan actos de terrorismo las personas refugiadas -musulmanas o no- que el resto de la ciudadanía.

El gobierno de los Estados Unidos impuso un límite de ingreso de 50.000 personas refugiadas al año, Barack Obama había prometido admitir a 110.000. Esta orden afectará a 60.000 personas en situación de riesgo sólo en 2017. El hecho de que suceda en medio de una situación de emergencia global, en la que hay 65 millones de personas desplazadas como consecuencia de guerras y persecución, pone de manifiesto la crueldad de la medida.

En la era de las noticias falsas, es evidente que el relato del presidente Trump ignora la veracidad de la información y de los datos fácticos. Se pondera las expectativas de sus votantes por sobre el impacto de las medidas adoptadas. Sin embargo y muy a pesar de ello, hay millones de personas no solo en Estados Unidos sino en el resto del mundo, que prefieren construir puentes en lugar de muros y que a través de la campaña "Te doy la bienvenida" impulsada por Amnistía Internacional deciden ayudar a las personas migrantes y refugiadas y así desafiar las políticas de seguridad basadas en el odio y el miedo.

 

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