La economía digital está diseñando un nuevo mapa global

Un documento reciente de la Organización Mundial de Comercio (OMC) plantea que las tecnologías digitales no sólo están revolucionando la producción y los servicios sino también dando forma a un nuevo mapa de los intercambios globales. Esas tecnologías, dice el organismo, pueden jugar un fuerte papel en la reducción de los costos logísticos, modificar la composición de los flujos comerciales e introducir ventajas competitivas diferentes de las tradicionales. Aunque aún es difícil saberlo, la impresión 3D podría también impactar sobre la localización de las cadenas globales de valor.

Según los últimos datos consolidados de la OMC, el volumen del comercio mundial de mercancías, signado por las tensiones entre Estados Unidos y China, creció 3,0% en 2018. Medido por su valor, la suba fue de 10,0%, a 19,7 billones de dólares, en parte debido al aumento de los precios del petróleo. En efecto, el monto de las exportaciones mundiales de combustibles y productos de las industrias extractivas se incrementó 23%, contra 8% de las manufacturas y 5% de los productos agropecuarios.

La incidencia de esos rubros es muy diferente. Más de dos tercios de las exportaciones globales, medidas en valor, corresponden a manufacturas industriales, mientras el agro explica menos de una décima parte. Desde otra perspectiva, las diez principales economías concentran algo más de la mitad del comercio internacional de mercancías, mientras las naciones en desarrollo —entre las que la OMC incluye a China— explican alrededor de 45% de su monto.

Si China encabeza el intercambio global de mercancías, Estados Unidos ocupa el primer lugar respecto del que involucra los servicios comerciales, que alcanzó un monto de 5,6 billones de dólares en 2018, tras un incremento interanual de 8,0%.

Desde 2008, las exportaciones mundiales de este segmento aumentaron 45,8%, lo que representa una media anual de 4,8%, mientras las de bienes físicos lo hicieron en 18,6% y 3,8%, respectivamente, según los datos del organismo.

Bajo el nombre común de servicios comerciales, las estadísticas de la OMC contabilizan operaciones y rubros muy diversos, desde el transporte de carga hasta el turismo, pasando por los cargos relativos al uso de la propiedad intelectual. Dentro del capítulo otros, previsiblemente heterogéneo, sobresalen los servicios de telecomunicaciones, informática e información —habitualmente conocidos como TIC—, que en 2018 involucraron exportaciones por 606.500 millones de dólares, 15% más que el año anterior y casi el doble que una década antes.

El principal exportador de servicios TIC fue la Unión Europea, con más de la mitad del monto total, seguido a distancia por India, China y Estados Unidos, que en conjunto facturaron algo menos de 25%. En la última década, han ganado aún más terreno dentro del rubro los servicios informáticos —bases y procesamiento de datos y diseño de programas—, que explican ya 78% del total, en detrimento de los vinculados con las telecomunicaciones, incluidos los correspondientes a telefonía móvil y servicios de Internet, donde la expansión convive con una baja relativa de los costos.

En su Informe sobre la Economía Digital 2019, presentado en septiembre último, la UNCTAD ofrece un dato tan contundente como ilustrativo: el flujo de los datos que circulan por la web pasó de unos 100 gigabytes (GB) por día en 1992 a más de 45.000 GB por segundo en 2017. En 2022, ese tráfico podría alcanzar 150.700 GB por segundo, de la mano de un aumento en el número de personas conectadas y la expansión de la Internet de las Cosas.

Mediante un gráfico de círculos concéntricos, ese estudio propone una definición de la economía digital que tiene en el centro la fabricación de hardware, la consultoría de software y TI, los servicios de información y las telecomunicaciones. En una primera periferia, se ubican los servicios digitales y la economía de plataformas. A caballo de este nivel y del siguiente, están la economía compartida y la gig economy. Y por último, aparecen los negocios electrónicos, el comercio electrónico, la industria 4.0 y la agricultura de precisión.

Esas definiciones no tienen sólo un sentido abstracto. Si se considera el alcance más estrecho, la economía digital representa 4,5% del PIB global, 6,9% del de Estados Unidos y 6,0% del de China. Si se toma en cuenta el más amplio, la participación llega respectivamente a 15,5%, 21,6% y 30,0%. De todos modos, las mediciones no son sencillas, como sucede por ejemplo con el comercio electrónico y sobre todo con el transfronterizo, que genera además no pocas controversias.

La UNCTAD ha estimado que en 2017 las ventas mundiales de comercio electrónico sumaron 29 billones de dólares, de los que 88% corresponden a transacciones entre empresas (B2B); en cambio, no se sabe con certeza en qué proporción participan las operaciones transfronterizas.

En cuanto a las oportunidades para las economías en desarrollo y para las pymes, los augurios de la OMC son aún una hipótesis. La posición de la UNCTAD, que está lejos de ser refractaria al cambio tecnológico, es en todo caso más prudente. En el citado informe, el organismo de las Naciones Unidas dedicado al comercio y el desarrollo consigna que la capitalización bursátil de las plataformas digitales más importantes ascendía a más de 7 billones de dólares en 2017, 67% más que en 2015. Tras enumerar las posiciones de mercado que han alcanzado algunas de ellas, detalla qué factores explican la hegemonía de esos gigantes digitales.

“El primero está relacionado con los efectos de red (es decir, cuantos más usuarios haya en una plataforma, más valiosa se vuelve esta para todos). La segunda es la capacidad de las plataformas para extraer, controlar y analizar datos. Al igual que con los efectos de red, más usuarios significan más datos, y más datos significan una mayor capacidad para desplazar a los posibles rivales y capitalizar las ventajas de haber llegado el primero. En tercer lugar, una vez que una plataforma comienza a ganar clientes y a ofrecer diferentes servicios integrados, el costo para el usuario de cambiar a otro proveedor de servicios empieza a aumentar , dice la UNCTAD.

Además, las plataformas digitales globales han consolidado posiciones mediante la adquisición de posibles competidores, la expansión hacia productos o servicios complementarios, la inversión estratégica en investigación y desarrollo e incluso la “utilización de grupos de presión en los círculos nacionales e internacionales donde se formulan políticas .

Alibaba, una de ellas, concentra cerca de 60% del mercado chino de comercio electrónico. En diciembre de 2017, durante la Reunión Ministerial de la OMC en Buenos Aires, el por entonces director ejecutivo del grupo, Jack Ma —al que desde septiembre sucede Daniel Zhang—, decía que el objetivo de esa herramienta digital es “crear un mundo en el que las pequeñas empresas, los jóvenes y los países en desarrollo puedan tener éxito en el mercado mundial .

Sin demasiados eufemismos, Ma aseguraba que no había llegado el tiempo de las reglamentaciones y pedía “colaboración y “flexibilidad a los gobiernos, pero advertía: “Mi trabajo es promover el e-commerce. Si les gusta, avanzamos; si no, también .

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