La corrupción con Cristina, la cuenta de Mauricio y la inevitable glasnost argentina

Hace mucho tiempo que la Argentina se debe un proceso de transparencia en el manejo de los asuntos públicos al estilo de la Glasnost en Rusia o del Mani Pulite en Italia en el comienzo de los años 90. Como cada vez que arranca un nuevo gobierno, las denuncias de quienes llegan al poder y el aire renovado de la Justicia amenazan con cambiar las cosas y esta etapa no es la excepción. Este fin de semana fue preso el ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, y en las próximas dos semanas declararán como sospechosos el empresario Lázaro Báez, el ex ministro de Economía, Axel Kicillof, y la ex presidenta Cristina Kirchner. Es la reacción judicial tras la difusión de las imágenes de operadores kirchneristas contando millones de dólares que conmovieron al país. Ojalá que las investigaciones, las declaraciones en Tribunales y las decisiones de los jueces terminen esta vez en resultados concretos. Y si hay culpables de corrupción, que los culpables vayan a prisión.
Pero la Glasnost argentina no debe detenerse allí. En las irregularidades de los gobiernos anteriores. El hallazgo de los Papeles de Panamá, por el que un grupo de periodistas reveló las identidades de medio millar de dirigentes de todo el planeta con cuentas off shore generadas por una sociedad de ese país centroamericano, plantea un desafío inevitable para la Argentina. Porque es grave que entre los nombres aparezca el del presidente Mauricio Macri. Y aunque haya sido hasta 2009 un director sin activos en la empresa de su padre (así lo explicó la Casa Rosada), Macri debería haberla declarado públicamente para que los argentinos no puedan sospechar de un eventual ocultamiento que pudiera servir para lavar dinero o evadir impuestos. La Argentina del cambio no admite Jaimes, ni Boudous, ni Báez, pero tampoco admite Caputos como contratistas privilegiados ni presidentes, gobernadores o legisladores que no declaren hasta el último peso o hasta el último nombramiento en la empresa familiar. Sólo así se podrá entender que la transparencia será un objetivo en serio.

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