DEBATE

La banca será digital o dejará de ser

En junio pasado, el banco brasileño Bradesco presentó Next, una nueva forma de interactuar con una organización bancaria sin estructuras físicas ni sucursales, y con reducidos costos de servicio para el cliente. Para poner en contexto a este emprendimiento, tenemos que decir que no se trata de la digitalización de un banco tradicional. Tampoco es un homebanking. Es otro concepto de banco, pensado desde cero, que no busca mejorar las prestaciones digitales de Bradesco sino generar nuevas funcionalidades a través de un servicio distinto. Su mismo nombre habla de lo que viene, y de allí se debe interpretar el cambio cultural que está por delante.

Los responsables de este emprendimiento interpretaron que el mercado iba rumbo a la desintermediación, y pensaron este nuevo banco con el objetivo de establecer al usuario como centro de su estrategia. Esos usuarios hoy tienen otra percepción de la velocidad, la rapidez, la instantaneidad. Incluso tienen otra percepción del concepto de dinero, que modela y define servicios e interfaces. Hoy el millenial o nuevo consumidor que cuenta con dinero, no sale de viaje con u$s 9.999 en el bolsillo cuando puede viajar, por ejemplo, con bitcoins. No está acostumbrado a ir a un banco ni le gusta tener una billetera.

Como el usuario utiliza su celular para operar sus cuentas, ese es el perfil de gente al cual apunta Next, porque a partir de la economía digital, la definición de moneda ya es mucho más amplia que lo que conocíamos. Elementos como las criptomonedas cambian conceptos básicos de cómo nos comunicamos y nos integramos. Nos referimos a mucho más que al dólar o el peso. Por eso, es que también ya incorporamos al concepto social currency (moneda social), donde a veces se paga con información, con actividad, con referidos, con tiempo, o con atención.

Los nuevos sistemas financieros deben tener la capacidad de aprender y cuanto más aprendan, mejor servicio y valor darán a sus clientes. Por eso es fundamental que conozcan, escuchen, registren patrones, vean lo que sucede y reaccionen. Y esto es lo que comenzó a hacer Next con sus clientes, interpretando sus realidades socioeconómicas y sus interacciones de vida. Con el tiempo, el sistema se autoalimentará con la información que obtenga y ofrecerá servicios cada vez más ajustados a las necesidades de su público.

Para propiciar y alcanzar un buen nivel de banca digital, es necesario adecuar la legislación y las normativas que las alcanzan para hacerlas más simples. Como así también se tienen que analizar los fee, comisiones e impuestos para aliviarlas de las cargas que las encarecen. La alta regulación de mercados como el financiero o el farmacéutico atentan contra la rapidez y efectividad de sus transacciones.

A pesar que hoy en la Argentina el conjunto normativo va detrás de la innovación tecnológica, se comienzan a observar acciones de Gobierno, el BCRA y privados para alcanzar un mayor desarrollo de la digitalización de la moneda y de las transacciones. El objetivo es hacerlas menos costosas y más accesibles, porque existe un interés muy grande de la banca en entender al cliente y darle soluciones.

Lo que hay que entender en primera instancia es que, si no emprendemos el camino de la transformación digital financiera, no hay mucho futuro. Ya estamos tres años atrasados respecto a Next, de Bradesco, y acumulamos una década respecto de los desarrollos más avanzados del mundo. El cambio hacia este tipo de banca no sólo es inminente sino que además, y hasta más importante, es inevitable. El gran interrogante es cómo nos preparamos para que eso suceda. Al menos, ya sabemos que los bancos de la Argentina están pensando en esta tendencia.
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