La ausencia de la ética judicial ¿hasta cuándo?

No es ningún hallazgo especial, afirmar que el sistema de administración de justicia en Argentina se encuentra cuestionado. Todos los días existen muestras de ello, como también que los remedios para la superación son escasos, solo cosméticos. Hacen de placebos institucionales, que agravan la mencionada realidad de la justicia.

Con el giro 'sistema de administración de justicia' me refiero en especial a la percepción ciudadana de la Justicia Federal; aunque no excluye, que diferentes justicias provinciales, tengan igual descomposición y una percepción ciudadana desprestigiada.

Nada conocemos acerca de las propuestas que los partidos políticos en pugna (en especial los dominantes), tienen para con el tema de justicia; con lo cual se desprecia la confianza ciudadana, que se esperanza cada día por una justicia mejor. En los últimos dos años, el observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA, señala que el índice de credibilidad en ella, ha descendido del 19,7% al 11,7%. Agregamos que detrás de 'percepción social de justicia', se encuentran al menos tres variables: la confianza pública en la justicia, el ejercicio de independencia de los jueces y las responsabilidades éticas de los mismos.

Nos detendremos en la ética de los jueces, no mirando los comportamientos opacos que muchos jueces tienen y que deberían ser perseguidos con firmeza, sino recalando los inadecuados 'comportamientos privados con trascendencia pública' que tienen, y que los ciudadanos perciben con asombro sin que a nadie ello perturbe., Así cabe destacar: tratos desconsiderados a ciudadanos, requerimiento de prerrogativas en lugares públicos, usufructuar la condición de magistrado para posicionamientos sociales, personales y universitarios, etc. En todos los puntos enumerados, idea de que muchos magistrados no entienden la magistratura como servicio.

La justicia federal, debería contemplar los procedimientos de algunos Poderes Judiciales provinciales que han mejorado su relación societaria mediante prácticas sostenidas de Tribunales de Ética Judicial; habiendo generado sus propios códigos éticos (Córdoba, Santa Fe) u otras, aplicando referencialmente el Código Iberoamericano de Ética Judicial (Tierra del Fuego, Mendoza, San Juan y Salta). Todo ello es ignorado por la justicia, encarnada en el modelo de Comodoro Py; y cuando es conocido, es con mayor énfasis despreciada la preocupación ética.

Mientras nadie se ocupe, el sistema de justicia cada día se habrá de desmoronar un poco más y el nihilismo judicial será la práctica corriente y así, cualquiera terminará apropiándose de ella como cosa propia. ¿Nos encontramos muy lejos o demasiado cerca? No lo sabemos.

Quizás solo haya que recordar a los jueces, las últimas palabras escritas en una de las devociones –Meditación Nº 17- de John Donne en el siglo XVII: "nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti". Ojalá, que no sea por la justicia nunca.

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