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La aprobación global sobre el nuevo rumbo no genera confianza interna

Aunque el número final del blanqueo de capitales no se acercó a las estimaciones más optimistas, no deja de ser el resultado de un proceso inédito en la Argentina: ninguno de los planes ejecutados en el pasado llegó a generar un nivel de adhesión semejante. Los u$s 116.800 millones que fueron declarados ante la AFIP equivalen a 21% del PBI, y son una muestra nítida de que hay un mundo que empuja a pero también un país al que se le desconfía menos.

El mismo día que el Gobierno comunicó los resultados del plan de sinceramiento fiscal, la calificadora Standard & Poors informó que había dispuesto mejorar la nota de la deuda soberana en dólares, una novedad que repercutirá positivamente en la evaluación global de la Argentina, y que probablemente también ayudará a reducir el costo de fondeo tanto del sector público como del privado. Más allá de las reservas y asteriscos que acompañan este juicio, lo que mira S&P y el mercado es que hay un proceso de normalización económica en estado cada vez más avanzado.

El inicio en las próximas horas del Foro Económico de Davos en Buenos Aires, que atraerá a CEOs y líderes globales, completará este panorama positivo que reciben los inversores sobre el mediano plazo de la Argentina.

Lo singular es que el grado de confianza interna todavía siga tambaleante. El paro general que lanzó la CGT contra Macri transmite la idea de una sociedad dividida que no está segura de querer llegar al destino que promete la actual gestión. Si bien los analistas esperan algo más de inflación y un poco menos de crecimiento, nadie vaticina una crisis. El estado de ánimo sigue atado al corto plazo, como si la grieta obligara a extremar los pronósticos: o nos salvamos, o nos hundimos. Nada es para tanto.

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