Italia: el nuevo-viejo problema para la Unión Europea y el Euro

Italia está mal. Hace un tiempo que no encuentra el camino para encontrar soluciones políticas ni económicas que resuelvan sus diferencias entre un norte rico y pujante y un sur pobre y en constante retroceso.

 

No sólo allí Italia se encuentra en crisis. También lo demuestra la orfandad de su cine actual, que fue ejemplo durante los años de la posguerra, su música, con sus populares festivales internacionales, sus equipos de fútbol que antes ganaban y lideraban las copas de Europa y hasta ha perdido a los Papas, ya que los tres últimos no han sido italianos.

Es decir, Italia, atraviesa una etapa mala de su historia, su economía ha dejado de ser productiva, su deuda pública es inmensa, su diseño industrial y su moda que fueron motores económicos han dejado de ser eficientes, la ciudad de Prato, en la Toscana, cuna de la alta costura, está en manos de empresas chinas, y en el sur la desocupación crece y se extiende a niveles desconocidos.

A todo ello, que no es muy antiguo, se le viene sumando la inmigración clandestina. Miles de africanos se juegan la vida cruzando el mediterráneo para agolparse, los que llegan, en la isla de Lampedusa, y no son mayormente bienvenidos, ni en el norte ni el sur.

Los acusan de quedarse con el trabajo de los italianos en el sur y de quitarles la seguridad a los del norte. Nadie los quiere, salvo el Papa Francisco, a quien en el norte tampoco lo aprecian. No es italiano y lo acusan de populista.

Como Italia es la tercera economía de la Unión Europea (cada vez con menor ventaja sobre España) su crisis pone en peligro a una Europa ya en peligro y se expande amenazando no sólo la solidez jurídica del bloque, sino al Euro, el que se debilitará aún más si se ejecutan algunos planes que dicen puede llegar a aplicar la coalición ganadora, si llega a formar gobierno.

Las elecciones del domingo 3 de marzo confirmaron el debacle del sistema de partidos políticos que venía derrumbándose desde la aparición de la "pentarquía" que en 1993, no pudo continuar por haber caído en una corrupción inigualable (Mani Pulite) y que terminó con el Proyecto de la posguerra de una Italia unida a Europa, que había diseñado Alcide De Gasperi, junto a Jean Monnet y Konrad Adenauer y que fuera ejecutado, en el plano italiano por la Democracia Cristiana y el Socialismo.

La desaparición del eurocomunismo y la posterior alianza de Romano Prodi con Massimo D Alema pareció que podía hacer sobrevivir a la ex democracia cristiana aliada esta vez a los ex comunistas, pero la aparición sorpresiva de un millonario populista de derecha y outsider de la política, Silvio Berlusconi, aliado con los nuevos partidos políticos xenófobos, neofascistas y separatistas, se alzó con el poder.

Su gobierno si bien despertó esperanzas en la clase media y en la alta burguesía cayó luego de los repetidos "excesos" personales de Berlusconi, su abuso del poder y sus repetidas acciones personales impropias para un Primer Ministro.

Todo llevó lentamente a Italia a la situación actual donde el Partido Demócrata tuvo que realizar ajustes monetarios y sobre todo fiscales que fueron rechazados en las urnas y que han llevado al país a una situación política donde no existen prácticamente más los partidos de centro o centro izquierda y han sido reemplazados por la aparición de un Populismo del Sur, el Movimiento 5 Estrellas y en el Norte por la Liga del Norte aliada a Berlusconi.

La histórica división geográfica y socioeconómica ahora ha llegado a los partidos políticos y el Sur ha encontrado una voz propia, la del Movimiento 5 Estrellas que fundado por Beppe Grillo, encontró a un hombre de su espacio, un terrone, nacido en Avellino, Luigi Di Maio que le hizo ganar las elecciones

Esta novedad representa algo más que un cambio político representa la concreción de un populismo "a la italiana", un populismo original, que no tiene precedentes, que no tiene nada ver con el FN de Le Pen en Francia, ni con Podemos en España y menos con la extrema derecha alemana u holandesa, esta fuerza es totalmente italiana, no tiene semejantes, ni acompañantes en los otros países europeos.

En ese marco es donde la crisis italiana puede arrastrar otra vez a la Unión Europea a vivir otro momento difícil, en el momento que Alemania, logra conformar un nuevo gobierno de Angela Merkel aliada con los socialdemócratas, cuando el separatismo catalán pierde fuerza y cuando los efectos negativos para Unión Europea del Brexit parecen haber sido superados.

En la voluntad del Partido Demócrata (PD) liderado por Matteo Rienzi, el gran perdedor de estas elecciones, está la clave de impedir el acceso al poder de la Liga del norte, racista y elitista apoyando a un populismo liderado por el Sur y con gran influencia de la Iglesia. Veremos.

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