ENFOQUE

Inversores miden en Francia el ‘spread Le Pen’

Las elecciones presidenciales francesas que se aproximan están inquietando sensiblemente a los inversores financieros extranjeros en Francia. Particularmente a los inversores en títulos de deuda. Esto es aquellos que invierten en papeles de la deuda pública y/o privada franceses.

¿Por qué? Por la simple razón de que la mera posibilidad eventual de que en ellas se imponga el populismo nacionalista y xenófobo del Frente Nacional que conduce Marine Le Pen, proyecta un escenario que, para los inversores, puede ser casi catastrófico. Porque, si ello de pronto ocurriera, no sólo la integración europea misma estaría en claro peligro, sino que la deuda francesa quedaría envuelta en un caos de proporciones. Esto último por el hecho de que Marine Le Pen postula abiertamente la necesidad de que Francia deje al euro rápidamente de lado, lo que obviamente generaría toda suerte de problemas para los titulares de créditos que han sido concedidos a deudores galos y que hoy están denominados en euros.

Por esto los mercados comienzan ahora a observar la evolución diaria del llamado: spread Le Pen. Esto es la diferencia existente entre las tasas de los créditos a diez años de plazo que han sido concedidos a deudores alemanes, por oposición a la tasa que corresponde en cambio a los deudores franceses.

Hablamos de una suerte de barómetro de preocupación que aparece cuando las circunstancias políticas generan preocupación. Como sucediera, por ejemplo, cuando la reciente elección de Donald Trump como el actual presidente de los Estados Unidos, circunstancia que, en el mes de noviembre pasado, llevó a los mercados financieros a operar con la deuda francesa con un spread que era del 0,3% y trepó velozmente hasta el 0,5%.

Por el momento al menos, las cosas en el mercado de deuda francesa no han adquirido tono dramático alguno. Porque casi todas las proyecciones asignan a Marine Le Pen un caudal de votos, en primera vuelta, que sería sólo del orden del 30% y agregan, además, que en una posible segunda vuelta sus posibilidades reales de triunfar serían prácticamente inexistentes. Pero si, por el motivo que fuere, esa imagen tranquila del riesgo político se alterara en favor de Marine Le Pen, las cosas podrían de pronto cambiar muy dramáticamente. Porque la sensación de posibles conmociones financieras se volvería a adueñar del escenario político francés.

Los resultados de los recientes comicios holandeses están por cierto contribuyendo significativamente a mantener a los mercados de la deuda francesa en un ambiente de relativa tranquilidad. Porque ellos sugieren que el riesgo de un suicidio político europeo no es, para nada, inminente. Pese al notorio crecimiento de los populismos nacionalistas. Quizás por esto también la inversión extranjera directa en general en Francia está ahora creciendo y en sus niveles más altos de los últimos ocho años, con los inversores alemanes dinámicamente al tope de la lista de todos los inversores extranjeros y, por primera vez, hasta por encima de los inversores norteamericanos.

Si bien la multiplicidad de opciones y escándalos que desnudan corrupción en el andar de algunos de los candidatos más populares hace difícil predecir los resultados finales de la elección en curso, los límites que las encuestas de opinión proyectan sobre las opciones extremistas sugieren que no generarán terremotos políticos capaces de desarticular el rumbo de una de las economías más importantes de Europa.

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