Información falsa en Internet: ¿incide en la opinión pública?

La circulación de información política falsa no es una novedad ni se circunscribe a los períodos electorales. Sin embargo, a nivel mundial, el incremento en los niveles de conectividad y de consumo de información vía Internet aumentó exponencialmente su alcance, frecuencia y velocidad de propagación.

En Argentina, el consumo de información continúa su proceso de migración total al plano digital y móvil. Casi el 90% de los argentinos tiene celular y más del 70% se conecta todos los días a Internet vía un teléfono inteligente. En 2017, un tercio de los argentinos leyó un blog o portal de noticias todos o casi todos los días, mientras que un cuarto leyó noticias y artículos de redes sociales con la misma frecuencia.

Ante este fenómeno, ¿los argentinos estamos más expuestos a información o noticias falsas? ¿Esta exposición incide sobre nuestras opiniones y preferencias políticas?

Las “campañas sucias digitales tienen como objetivo influir en las preferencias electorales utilizando la amplificación, legitimación o interacción artificial a partir de un mensaje falso. Es decir, construir una “cámara de ecos a partir de validaciones cruzadas y la multiplicación automatizada de perfiles y contenido. Para lograrlo, existen sofisticados instrumentos que segmentan la circulación de información entre subconjuntos tan diversos como grupos religiosos, defensores de los animales o fanáticos del futbol.

Sin embargo, la evidencia reciente demuestra que una mayor circulación de información falsa no necesariamente se asocia a una mayor exposición. Por ejemplo, durante la última campaña electoral presidencial de Francia, se utilizó inteligencia artificial para identificar contenido falso y menos del 1% de la población estuvo expuesta. Este bajo nivel de alcance se observa en todo el continente europeo. En contraposición, en Estados Unidos un 30% de los ciudadanos reconoció haber visto este tipo de noticias durante el proceso electoral de 2016.

Pero incluso alcanzar la población destinataria no equivale a persuadirla. El único mecanismo de persuasión digital documentado es la exposición repetida a un contenido falso. Aun así, la proporción de ciudadanos que cree en ella es sorprendentemente bajo. Más aún, entre quienes creen en ella, la presencia de evidencia adversa a sus creencias ratifica y radicaliza su postura original. Por cierto, la principal estrategia rusa en 2016 no implicó publicar contenido sobre Clinton o Trump, sino contenido divisivo sobre múltiples temáticas.

En general, las estrategias para garantizar la integridad del proceso electoral proponen educar a la población para reconocer noticias falsas y trabajar en la regulación de la industria digital. Por eso, de cara al proceso electoral de 2019, hechos como las audiencias de Mark Zuckerberg en el Senado de Estados Unidos, las investigaciones en Brasil por la diseminación de información falsa via WhatsApp o el registro para cuentas de redes sociales partidarias propuesto por la Cámara Nacional Electoral (CNE), serán temas centrales para cualquier campaña local.

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