Inflación: la tasa no sirvió para ordenar la puja de precios sectoriales

En las últimas horas, dos destacados economistas como Ricardo Arriazu y Mario Blejer, volvieron a poner sobre la mesa el debate sobre las causas y los remedios que pueden servir para atacar la inflación. En ambos casos, queda en claro que no hay un convencimiento pleno sobre la explicación monetaria, la misma que con alguna diferencia de criterio utilizó el Gobierno desde el inicio de su gestión hasta el presente.

Para los economistas que trabajaron y trabajan en el equipo de Mauricio Macri, el principal responsable de enfrentar este problema es el Banco Central. Por eso primero hubo metas de inflación y luego un control de la cantidad de dinero en circulación. En ambos casos, el instrumento utilizado para aplacar la suba de precios fue la tasa de interés, y en ninguno de ellos el resultado hasta ahora es auspicioso. Federico Sturzenegger era partidario de hacer converger una política de precios y salarios, para dar al menos alguna indicación a los empresarios que deben sostener las expectativas. Pero las propias correcciones de precios relativos (sobre todo tarifas) que impulsó el Gobierno transformaron ese objetivo en inconsistente. Vale aclarar, también, que en su gestión el problema fue la velocidad en la que se procuró llegar a un objetivo ambicioso. No hay forma de saber qué hubiese pasado con la inflación si no había crisis cambiaria y megadevaluación.

Arriazu señaló que hasta febrero, con absorción monetaria y dólar tranquilo, la inflación creció, desafiando la lógica monetaria. Y lo adjudicó a la puja de distintos sectores -el Estado incluido- por ajustar sus márgenes. En este contexto, el Ejecutivo no actúa: prefiere que lo resuelvan las partes en el "mercado". O sea, acepta con lidiar con la inflación antes que tener precios reprimidos. A la luz de los resultados que espera, y de la relativa eficacia de la dureza monetaria, el Gobierno debe preguntarse si debe seguir como observador o tratar de ser ordenador.