Hay otros dólares, pero no vienen

Los dólares son un objeto de culto en Argentina. En verdad ello no ocurre sino porque hemos destruido nuestra moneda (el peso mantiene apenas el rol de medio de pago inmediato, pero ha perdido los de unidad de cuenta, de reserva de valor y, en buena medida, también el de patrón de pagos diferidos).

Los dólares, por ende, tienen los mismos usos que en otros mercados (pagar al exterior importaciones, rentas, inversiones, servicios) y, además, tienen los propios de una sociedad que ha "domesticado" la moneda estadounidense debilitando la propia a través de desaciertos varios.

Ahora bien: un problema es que, paradójicamente, mientas se le asignan mayores usos, se los atrae menos.

La incidencia relativa de los llamados "dólares financieros" en Argentina es mayor que en otros países (lo que alimenta la volatilidad) porque la importancia de los dólares "productivos" (exportaciones de bienes y de servicios, y recepción de inversión extranjera directa) es muy menor que en otros mercados comparables.

Una manera de atraer dólares es el comercio exterior. Hay países cuyas exportaciones superan el total de su PBI (como Singapur. Islandia o Eslovaquia). Pero ocurre que Argentina exporta poco (el año pasado fue el país con menor ratio exportaciones/PBI de toda América -14,4%, y aunque este año la caída del PBI en dólares y cierta alza en el ingreso de dólares comerciales harán subir ese ratio, de todos modos se mantendrá en un cociente que estará por debajo del que consigue Latinoamérica- 24%).

Argentina recibirá este año por exportaciones de bienes casi u$s 20.000 millones menos que en el récord de 2011. Mientras, tendremos en 2019 el menor nivel de importaciones en 10 años -con motivo de la recesión persistente- lo que, a la vez, contribuye a la debilidad en la actividad económica (la caída de importaciones de bienes de capital es de 36% -implica caída de inversión- y la de piezas y partes de bienes de capital es de 21%, mientras que la de insumos para la producción es de 12%). Esto hace suponer que ni bien la economía comience a recuperarse la presión por dólares para pagar importaciones (necesarias para la producción) crecerá (en 2013 nuestras importaciones fueron casi u$s 20.000 millones mayores que lo que serán este año). Como modo de calcular los dólares que nos perdemos vale constatar que en los últimos 10 años las exportaciones mundiales totales de bienes crecieron 56% pero las nuestras solo 10%. Argentina explicaba 10% de las exportaciones latinoamericanas hace 50 años y ahora explica solo 5% de ellas.

Esto se amplía al comercio de servicios: las exportaciones de servicios están en un nivel 10% menor que en el récord de 2011 pese a que en el planeta estas exportaciones crecen fuertemente por la tecnologización de la economía (globalización 4.0). En el mundo el año pasado las exportaciones de servicios fueron las mas altas de la historia. En los últimos diez años crecieron en el planeta 60% mientras que en Argentina lo hicieron en solo 28%.

Tampoco es significativo el ingreso de dólares en materia de inversión extranjera directa (IED): el stock (acumulado) de IED recibida en Argentina es de solo el 10% de la que acumula Brasil (que suma 700.000 millones de dólares más que Argentina), 15% de la que acumuló México y solo 30% de la acumulada por Chile (también es algo menor que en Perú).

Por ende, un requisito para atender no solo las necesidades productivas sino también las cambiarias es mejorar los canales de relación productiva con la economía mundial. Lo cual no requerirá de experimentos especiales sino de poner en orden persistentes desequilibrios, mejorar la competitividad sistémica, actualizar instrumentos de relación transfronteriza y crear ambientes -fronteras adentro y fronteras afuera- propicios para que nuestras empresas (las que exportan mas de u$s 10 millones al año son apenas unas 400) generen más negocios genuinos.

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