Hay lógicas comerciales que pueden cambiar, pero no dejar de ser lógicas

El horizonte de corto plazo todavía está cargado de incertidumbres. Los empresarios están pendientes de las decisiones que el futuro gobierno pueda tomar para estabilizar la situación macroeconómica y resolver urgencias fiscales y financieras. En paralelo, cada vez se escuchan más voces a favor de un acuerdo o diálogo social, con la esperanza de que permita detener la inercia inflacionaria y recomponer algún nivel básico de consumo.

Por eso llama la atención que el Congreso (más específicamente la Cámara de Diputados) haya avanzado con una norma que despierta críticas de las mismas compañías que en teoría serán convocadas a sumarse a un virtual congelamiento de precios. La pregunta que se hacen los privados es si ambas situaciones en realidad no están conectadas, y la polémica norma (en caso de que el Senado la convierta en ley) no termina siendo un instrumento para disciplinar a los grandes formadores de precios.

El punto más débil del proyecto elaborado por el kirchnerismo y el Frente Renovador que aprobó ayer la Cámara baja es el supuesto de que al limitar el espacio que pueden ocupar en la góndolas las grandes marcas, hay oportunidad de que sea ocupado por fabricantes pymes y por firmas que elaboran productos regionales.

El gran problema que presenta esa hipótesis es que la mayoría de las empresas chicas no tiene la escala necesaria para producir al nivel que demanda la logística de un gran supermercado. Y es probable que en caso de tener la oportunidad, dudaría sobre la conveniencia de hacerla, ya que requiere mayor capital de trabajo (algo que habitualmente tienen pero escaso) y mayor inversión en equipos.

La ley de góndolas valida la hipótesis de que una pyme puede proveer bienes a la escala de un supermercado

Las grandes cadenas no son unidades que se abastecen de manera individual. Y si bien pueden incorporar bienes locales, es complejo sistematizar esa práctica como un comportamiento masivo. También es polémica la disposición que obliga a exhibir mejor a los artículos de menor precio, porque eso es un desincentivo a la incorporación de valor agregado.

El retail es un sector que hoy también está en plena transformación, por el cambio de hábitos de los consumidores.

Por un lado, hay un crecimiento del comercio de cercanía (los autoservicios), que no aparece como muy proclive a cumplir una norma como la votada por los diputados. Por el otro, hay un crecimiento del canal digital, en donde la lógica de la góndola no existe y transforma a la ley en cuestión casi en papel muerto.

Es posible que una pyme tenga más chances de crecer si hacer un acuerdo con una app de delivery y MercadoLibre, que si pelea centímetros de exhibición para los que tiene que invertir sin tener certeza de su rentabilidad. Hay lógicas comerciales que pueden cambiar. Pero las reglas que las reemplacen deben seguir siendo lógicas.

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