Hará falta aplicar un plan consistente, pero también usar la psicología social

A menos de diez días para la asunción del nuevo gobierno, las expectativas sociales sobre las chances de encarrilar la situación económica son altas. El riesgo, como es habitual en estos casos, es que haya una sobreestimación de la capacidad que tendrá el equipo de Alberto Fernández para enfrentar la crisis. Por eso es tan alta la ansiedad por conocer quiénes serán los responsables de aplicar la política económica.

Según el último Monitor de Humor Social que procesa D'Alessio Irol Berensztein, publicado en esta edición por El Cronista, un tercio de los consultados cree que se podrán ver algunas mejoras al término del primer trimestre, 21% percibe que habrá que esperar al segundo semestre y la mayoría, 45%, considera que recién se verán resultados dentro de un año.

El margen que tiene Fernández no es menor, sobre todo después de que hiciera pública su decisión de torcer varias políticas de Macri con el objetivo de lograr un repunte de los ingresos fiscales. Aunque la administración saliente asegura que el año terminará con un déficit fiscal primario de apenas 0,5% del PBI, en línea con lo comprometido con el FMI, existe la sensación de que las necesidades son enormes y por esa razón, habrá una considerable comprensión social y empresaria hacia medidas de emergencia destinadas a elevar la recaudación, como ser el aumento de las retenciones a las exportaciones agropecuarias (no a las economías regionales) o la suba de la tasa del Impuesto a los Bienes Personales.

También hay un visible grado de tolerancia hacia otras decisiones que suelen ser bastante cuestionadas, como el uso de la emisión monetaria para financiar al Tesoro. Hernán Lacunza planteó que puede ser una herramienta razonable, siempre que sea transitoria y se aplique dentro de un plan que otorgue certidumbre sobre su uso. Es lógico que lo haga porque de hecho la utilizó en noviembre y dejó la habilitación necesaria para que el BCRA lo repita en diciembre.

El elemento que permitirá evaluar en toda su dimensión los riesgos de este paso es la existencia (o no) de un horizonte fiscal prudente. Si el nuevo gobierno abre la mano y libera fondos a todos aquellos que tuvieron que vivir el ajuste del último año y medio, será un problema. Porque si bien hay espacio para aumentar la oferta de pesos, el exceso potenciará las expectativas de inflación, el factor que preocupa al 90% de la sociedad.

Ante tamaño desafío, un analista del sector financiero se preguntaba si a la gestión que viene le hace más falta un técnico o un psicólogo, por entender que si bien es cierto que todo plan debe ser consistente, también es real que para que sea exitoso hay que unir voluntades y lograr que todos empujen para el mismo lado.

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