Hagámoslo bien

En medio de la crisis sanitaria generada por la pandemia del coronavirus con alta incertidumbre respecto del futuro, comienza a profundizarse la idea de que puede llegar a ser peor la crisis económica.

Enunciamos algunos temas que no reflejan una postura al respecto, sino muestran que los problemas estructurales (y los mencionados no son los únicos) son preexistentes a la crisis.

ESTADO o MERCADO: ¿el mercado debe equilibrar todo y el Estado sólo debe hacer lo que el mercado no puede?

MONEDA o DOLARIZACIÓN: ¿ahora es bueno tener moneda? ¿Ahora la emisión es la única opción? No era que la dolarización resolvía todo?

DEUDA: ¿no estamos en condiciones de administrar la deuda y destinar esos recursos a dónde corresponden?

PRIORIDADES: ¿el Estado gasta en lo que debe? ¿Está sobredimensionado? ¿Por qué los servicios que presta no tienen la calidad esperada?

RECURSOS: ¿seguimos priorizando cobrabilidad por sobre razonabilidad y equidad en la recaudación?

Pero entonces, ¿este debate dónde nos ha llevado? ¿quién es el responsable/culpable? el Estado? el mercado? ¿la deuda? los acreedores externos? ¿a la emisión monetaria? el gasto? el sistema tributario? ¿al precio de los commodities? ¿a las crisis internacionales?

Hoy, casi con un consenso generalizado es el Estado el que debe tomar las riendas en esta crisis sanitaria y tomar a su cargo la resolución de la crisis económica. Incluso dando por hecho que la deuda no es posible pagarla, que la emisión monetaria es inevitable, y que debería asistir no sólo a los más vulnerables sino también a los sectores pequeños y medianos.

La crisis sanitaria actual, no es la que ha generado estos problemas, los ha evidenciado. Es como la marea cuando baja donde aparece todo lo que lo tapaba. Hoy vemos con preocupación el riesgo que sería un crecimiento exponencial de contagios si afectara a zonas vulnerables: sin cloacas, agua potable, energía eléctrica, comunicaciones, infraestructura vial adecuada y viviendas acordes. Esto es nuevo? Claro que no. ¿Vamos a continuar explicando que las causas de nuestros problemas son ajenas a nosotros? ¿Vamos a seguir sin plan, sin medidas de fondo, sin acuerdo político y social de largo plazo, endeudándonos y esperando que con el sólo paso del tiempo y la suba de los commodities se resuelvan nuestros problemas?

Hoy estamos en una crisis sanitaria. En diciembre de 2019 era crisis de deuda. En 2018 era crisis cambiaria y si retrocedemos, crisis social, crisis bancaria, crisis política, crisis institucional y podemos seguir. ¿Cuál es la palabra común? Pregunta retórica. Que el árbol no nos tape el bosque. ¿Hay que ocuparse de lo urgente? Obviamente. Pero nuestra vocación de correr atrás de las urgencias, abrumados por las crisis, nos han llevado a ser improvisados y reactivos en vez de organizados y proactivos, tomando decisiones en plazos perentorios sobre temas estructurales de alto impacto con efectos profundos en las bases y la cultura de nuestro país.

Nuestra historia no nos da expectativas favorables. El desafío que tenemos por delante es enorme no sólo por la cantidad y magnitud de los temas a tratar sino por la necesidad imperiosa de hacerlo en el marco de la democracia, con debate de ideas y acuerdos de largo plazo. Creo en nuestro país, en sus instituciones y su gente. No nos dejemos llevar por los errores del pasado. Aprendamos. Hagámoslo de una vez por todas. Hagámoslo bien.

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