Hacia una nueva cultura tributaria: control de evasión e inclusión social

La presión fiscal en la Argentina llega a un nuevo récord que alcanza el 36% del Producto Bruto Interno, que en pocas palabras es la producción de riqueza en conjunto de todos los habitantes.

Es cierto que desde la nueva administración se ha reducido en dos puntos del PIB, pero no podemos ocultar las distorsiones en la estructura al exigir impuesto sobre rentas inexistentes, por la falta de corrección ante la inflación desde 1992. Es decir, 26 años sin corregir los valores de adquisición de bienes.

Ello se modificó a partir de 2018 al permitir actualizar los bienes de uso que se incorporen a partir de su vigencia, pero el ajuste global sólo está permitido si la inflación de los próximos tres años supera el 100%, Parece una insensatez total.

Se suman a ello los constantes saldos favorables a los contribuyentes por exceso en las retenciones y percepciones sufridas, así como en la actividad agropecuaria la acumulación de créditos fiscales de IVA que sólo pueden aplicarse con la deuda que surja de operaciones de venta. Ello implica un pago en demasía de la obligación impositiva, y de esa forma el fisco se apodera del capital de trabajo del productor. La reducción de tasa a los porcinos, aviar y cunícolas arruinó más la situación.

Cuando se pretende reclamar la devolución de dinero que se le adeuda a las personas y empresas, su reintegro se retrasa por plazos inaceptables y se concreta sin resarcimiento alguno. Las exigencias formales del agro acumulan horas hombre a dedicar, capítulo el de la simplificación, que el Gobierno se dedica a full y lo está resolviendo para atemperar los costos de administración.

La cantidad de impuestos, la complejidad de sus normas, los riegos permanentes y el panorama de servicios públicos que aún cuestionables , llevan a muchos responsables fiscales a evadir el tributo que les corresponde. El daño a la economía es insostenible afectando a las generaciones actuales y futuras.

La evasión en Argentina se estima por encima de u$s 23.000 millones, siendo el 4,5% del PBI y nuestro vecino Perú lo estima en u$s 5.000 millones, el 2,34% de su PBI. Hay muchos actores de la economía que intentan defraudar al fisco, evitando cumplir las disposiciones legales utilizando diversos métodos con el objetivo de no pagar lo que efectivamente les corresponde.

Otras causas de evasión son la baja percepción de riesgo y sanciones impositivas que no se aplican en forma efectiva. El comportamiento social se completa por las oportunidades para delinquir. Los componentes son entonces de orden económico, psicológico y social.

Las consecuencias son una mayor carga tributaria sobre los cumplidores de siempre, competencia desleal y falta de competitividad. Al incluirse impuestos en los precios de los bienes hay un antiexportador. El dinero espurio cambia de manos y alimenta las actividades ilícitas como tráfico de órganos y drogas, terrorismo y corrupción.

La salida está en corregir las distorsiones manifiestas del sistema impositivo, cobrando donde haya capacidad de contribuir, económica y financiera.

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