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Ganar la carrera a los precios, una meta imperiosa para que la sociedad confíe

El presidente Mauricio Macri dedicó buena parte de sus primeros dos meses de gestión a desatar los nudos que dejó en la economía la administración kirchnerista y reconstruir los lazos con la comunidad internacional. El levantamiento del cepo y las trabas al comercio exterior, la negociación con los acreedores, el reestablecimiento de la relación con los Estados Unidos y la participación en el Foro de Davos, entre otros, fueron en esa línea.

Pero el mandatario sabe que ya ingresa en el tramo final del período de gracia que toda sociedad le da a un nuevo gobierno y hay demandas urgentes por atender. La suba de precios disparada desde fines de 2015, acompañada por el aumento de tarifas, supuso el primer gesto adusto en un año en el que la relación necesita fortalecerse. Cuando la "luna de miel" termina y surgen los problemas cotidianos de la convivencia, la población comienza a reclamar "una prueba de amor". Y para Macri, ese pedido se sintetiza en el combate contra la inflación.

Aliviar la presión tributaria significará un importante alivio para el bolsillo de parte de los trabajadores, pero no suficiente. La defensa del poder adquisitivo del salario supone contener la evolución de los precios en un rango aceptable para la sociedad. Una tarea que en tiempos de Guillermo Moreno adoptó formas de presión que el macrismo no quiere repetir. El camino elegido es fomentar la competencia pero también sancionar los abusos a través de los organismos de control. En la búsqueda del equilibrio pregonado, hacer respetar las reglas resultará imprescindible si se pretende preservar la confianza social.

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