ENFOQUE

Estrategia energética: un modelo económico alternativo

Una buena noticia del año que pasó es que el déficit de balanza comercial energética se redujo casi un 28% respecto al de 2017. Cayó de u$s 3246 millones en 2017 a u$s 2339 millones en 2018.

En 2013 el déficit (diferencia entre importaciones y exportaciones del sector) alcanzó un pico de u$s 7743 millones y en 2015 fue de u$s 4332 millones. Empezamos a arrastrar déficit sectorial desde 2011, pero hay que recordar que durante la primera década del nuevo siglo la balanza comercial energética fue superavitaria y alcanzó registros positivos con picos que alcanzaron los u$s 6000 millones por año.

Es posible que en los próximos dos años recuperemos el equilibrio en la balanza comercial energética, y que de la mano de mayores exportaciones de petróleo en el próximo lustro la balanza comercial energética vuelva a aportar saldos favorables similares a los alcanzados en la década pasada (entre u$s 5000 y u$s 6000 millones por año).

Si se desarrolla el gas natural intensivamente con crecientes saldos exportables a la región y hacia fines de la próxima década interactuamos en el mercado mundial del gas por barco (GNL), la balanza comercial energética puede sumar a la balanza comercial total un saldo favorable de entre u$s 15.000 y 17.000 millones.

Por supuesto, todo esto asumiendo precios y costos que permitan el desarrollo comercial de los recursos no convencionales que ya estamos explotando.

Como la Argentina económica desde hace muchas décadas tiene ciclos de expansión y contracción (los llamados stop and go) muy asociados a la restricción externa (se queda sin dólares), muchos analistas especulan con las divisas que puede aportar Vaca Muerta para romper con el cepo recurrente que nos imponen las cuentas externas. Todo para persistir en una estrategia de orientación productiva al mercado interno, con exportación de saldos y dosis de autarquía que compensen el atraso cambiario al que condena el desequilibrio de las cuentas públicas y la inflación crónica de nuestro país.

En esta concepción, los dólares de Vaca Muerta, a semejanza de una lotería, permitirían prolongar la agonía de un modelo económico agotado. Un modelo heredero del populismo económico corporativo, estilizado como "estrategia de sustitución de importaciones". Esta estrategia usufructuó de los dólares agropecuarios mientras pudo y a partir de los años 90 y hasta el año 2010 sumó a las divisas del agro los dólares de la energía.

Ahora intentará perpetuarse con los dólares del yacimiento Vaca Muerta y las otras divisas que pueda aportar algún otro sector de impacto exportador como el sector minero.

Pero a no engañarnos, la hoja de ruta de esta estrategia está asociada a la decadencia argentina y tiene crónica de muerte anunciada. No vaya a ser que Vaca Muerta termine financiando otra fiesta de consumo desigual y cortoplacista, sin que la estrategia productiva argentina haga los cambios estructurales necesarios y pendientes para ajustarse a las demandas del siglo XXI.

La Argentina tiene la necesidad y la oportunidad de mutar a un modelo de desarrollo alternativo de valor agregado exportable. A partir de una plataforma regional que amplíe la escala del mercado doméstico y nos proyecte a los mercados del mundo. Los consensos básicos que sienten las bases de la reforma fiscal y del régimen laboral deben abrevar en esta transformación productiva.

En esta nueva estrategia para desarrollarnos, Vaca Muerta puede aportar energía abundante y de precios competitivos para la industria y las familias. Los únicos subsidios energéticos estarán focalizados en la demanda (tarifa social), y los dólares del superávit comercial irán en parte a un fondo contracíclico que constituirá el Tesoro con pesos de superávit fiscal.

Con éste y otros mecanismos habrá que cuidar la competitividad cambiaria y evitar la llamada "enfermedad holandesa", es decir, pérdida de competitividad de otros sectores productivos por apreciación del peso no basada en ganancias de productividad.

La estrategia económica subordina la estrategia energética. La estrategia energética es un capitulo del desarrollo económico y social que nos debemos.

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