Estados Unidos, China y 'la cuestión excluyente'

Nada hay de original al afirmar que este año que transcurre quedará en la historia como aquél en que la pandemia del Covid-19 produjo la mayor declinación económica desde la segunda guerra mundial.

Las medidas adoptadas para enfrentar los contagios y las muertes produjeron una implosión en el consumo, el empleo y el comercio. Los Estados intervinieron fuertemente para evitar que la crisis tornara en catástrofe; y lo lograron.

La economía global se irá regularizando (aunque no volverá a ser la misma) en la medida que las vacunas se desarrollen y apliquen, los tratamientos se perfeccionen y las personas convivan con el virus.

Veremos un menor grado de globalización, mayor digitalización, fuertes inversiones en automatización y cambios en las modalidades del trabajo y la educación; tendencias esperadas, aunque aceleradas.

Mirando a más largo plazo la "cuestión excluyente" volverá a ser la lucha por la preminencia entre Estados Unidos y China. Las características que ella tome influirá notablemente en el conjunto de los países insertos en la configuración económica global actual.

Es relevante mencionar que el 20 de octubre pasado, el gobierno de Estados Unidos, en un intento para dejar a la compañía china Huawei Technologies fuera del mercado 5G de Brasil, ofreció financiar las compras de equipos de empresas brasileñas, si ellas se realizaban a otros competidores.

La estrategia china a mediano y largo plazo es clara: asegurar una economía moderna y crear una sociedad "moderadamente próspera" para sus 1400 millones de ciudadanos. Apunta a lograr un crecimiento económico equilibrado, mejorar el nivel de vida del ciudadano medio, cuidar el medio ambiente, expandir su presencia global e incentivar la innovación tecnológica.

Para ello ha desarrollado dos estrategias fundamentales: el Belt and Road Iniciative y el plan China 2025, a los cuales me he referido en notas anteriores.

Es interesante escrutar las ideas desde el lado estadounidense donde, a través de todo el arco político y académico, se discute como lidiar con lo que unánimemente se considera la amenaza más disruptiva desde los tiempos de la "guerra fría": la potencial preminencia de China en materia económica y geopolítica.

The Rand Corporation, un instituto de investigación, que está lejos de ser considerado como "liberal", emitió recientemente, por encargo de las fuerzas armadas estadounidenses, un informe en el marco del proyecto "U.S.-China Long-Term Competition".

Afirma, que los gobernantes chinos están persiguiendo una serie de estrategias ambiciosas a largo plazo y plantea que, como consecuencia, los dos países están destinados a una competencia permanente. Prevén, para China, cuatro posibles escenarios futuros como resultado del mayor o menor éxito al llevarlas a cabo, a saber:

1) China triunfante, en la cual ésta alcanza un éxito relevante, 2) China en ascenso, la cual logra muchos de sus objetivos, aunque no todos, 3) China estancada, en la que Beijing no logra sus objetivos y 4) China implosionada, con una multitud de problemas que amenazan la misma existencia del régimen.

De acuerdo con el informe, para 2050, el escenario más probable es el 2: China teniendo gran éxito en el logro de sus objetivos. Considera que un escenario de China triunfante es menos probable, porque tal resultado presupone poco margen de error y la ausencia de una crisis importante o un revés serio entre ahora y 2050, una suposición no muy sostenible. Consecuentemente, mejor o peor, se reconoce que China será un gran contendiente en los próximos 30 años.

Siguiendo con las posiciones en los círculos de opinión estadounidenses, Francis Fukuyama, el renombrado politólogo, en un artículo publicado en la revista American Interest presenta una posición un tanto extrema al sostener que los Estados Unidos deberán tratar en el futuro con un país aspirante a totalitario, donde el estado en cualquier momento puede llegar y controlar las grandes empresas; califica como "locura" para cualquier democracia permitir que Huawei construya su infraestructura de información básica, dada la posibilidad de que ella pueda ser "dirigida" por el estado chino.

Contundentemente sugiere que Estados Unidos y otras democracias liberales necesitan comenzar una desconexión económica gradual de China porque, como se ha patentizado durante la pandemia, ellas se han vuelto muy dependientes de las capacidades de fabricación de "una potencia hostil".

Larry Summers, un prestigioso economista, en una entrevista publicada por la misma revista, cree que no habrá tarea más importante para el próximo presidente estadounidense que reconceptualizar la relación entre Estados Unidos y China.

Sostiene que ambos países no son ni socios ni amigos. No respalda la idea de que el compromiso económico continuo de las administraciones estadounidenses anteriores haya conducido a la convergencia de China hacia los Estados Unidos, ni hacia una mayor cooperación.

Enfatiza que el desafío para una nueva administración es aprovechar esa "amenaza" de manera constructiva para apoyar la necesaria renovación en Estados Unidos, y asegurar que su seguridad esté protegida, pero, advierte, no sucumbir a la paranoia que podría generar un ciclo de competencia entre Estados Unidos y China, como en el pasado ha ocurrido con la Unión Soviética o Japón.

Llama a retomar el desarrollo de capacidades propias para ser mucho menos vulnerables en términos de adquisición de materiales clave; poner más énfasis en el "por si acaso" incluso sacrificando algún costo en términos del "justo a tiempo" para no depender de China y de otros posibles adversarios de los Estados Unidos en el suministro de bienes "cruciales".

Finalmente ve como imperioso que "los aliados" no dependan indebidamente de China y que hay y habrá empresas estadounidenses a la vanguardia en tecnologías clave que necesitan ser apoyadas con políticas públicas.

La rivalidad entre EE.UU. y China dará marco al futuro posicionamiento de los países en orden a lograr un adecuado desarrollo. En consecuencia, nuestro país deberá definir como lograr un equilibrio delicado en un futuro marcado por la competencia entre los dos colosos, con inteligencia y evitando caer en otro de nuestros recurrentes defaults: el estratégico.

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