Estados Unidos 2020: elecciones presidenciales, pandemia y erosión del “soft power

El escenario electoral norteamericano ha sido completamente modificado tras la irrupción del COVID-19. Las esperanzas de Donald Trump de ser reelecto parecen pivotar en función de la pandemia y sus efectos. Recordemos que 2020 se inició con el proceso de impeachment a Trump del cual salió airoso y fortalecido. En aquel momento, los republicanos se alinearon prácticamente sin fisuras detrás de la reelección de su presidente. En este contexto, donde la crisis por la pandemia viene erosionando consistentemente la propia base electoral de Trump, los vientos de cambio en la Casa Blanca son cada vez mayores. Los impactos domésticos y globales del COVID-19 parecen reorientar los incentivos de las élites norteamericanas, e incluso los de las democracias europeas, para apostar por el regreso de un estilo de liderazgo más consensual.

Ciertamente, la llegada de Trump al poder -y la construcción de su liderazgo- se dió de la mano de su fuerte y explícito rechazo al establishment. Sin duda que su estrategia electoral continuará basándose en ese contraste, aprovechando que su rival será Joe Biden, un veterano del establishment, quien fue Senador durante 36 años y vicepresidente de Barack Obama. Pandemia mediante, y con la unificación del Partido Demócrata detrás de la candidatura de Biden, crecen las probabilidades de un triunfo demócrata en las elecciones presidenciales de noviembre. Sin embargo, no debemos olvidar el peso de la reelección presidencial. En los últimos 40 años sólo dos presidentes que fueron por su reelección no han sido exitosos: en 1980, cuando el demócrata Jimmy Carter perdió frente al republicano Ronald Reagan, y en 1992, cuando el republicano George H. W. Bush fue derrotado por el demócrata Bill Clinton.

Asimismo, la pandemia consolidó el estilo radical de Trump en el escenario internacional: Estados Unidos relegó de hecho su liderazgo global para coordinar acciones y conducir las decisiones a través de los organismos internacionales. Bajo un miope liderazgo presidencial, EE.UU. se retrajo de la escena mundial facilitando así el protagonismo de China. Mientras Trump descree y desacredita a todos los organismos multilaterales, Xi Jinping ocupa la atención global no sólo por haber sido la génesis de la pandemia sino también por asumir un rol central en la cooperación internacional. En tanto la estrategia de Trump erosiona progresivamente el “soft power norteamericano, la planificación china aprovecha cada espacio descuidado por su adversario, robusteciendo así su propio “soft power . Las probabilidades de que China salga más fortalecido de esta pandemia, en comparación con Estados Unidos, son cada día más elocuentes.

Tanto el establishment norteamericano como la mayor parte del europeo, observan con desconfianza y preocupación el desplazamiento geopolítico desde el Atlántico Norte al Pacífico Norte. Occidente tiene la necesidad de “meter en caja los niveles de interdependencia, fundamentalmente con China. La creciente interdependencia en un mundo cada vez más confrontativo, particularista y proteccionista es un riesgo creciente, especialmente, para las vapuleadas democracias representativas de Occidente. Por tanto, que dicha interdependencia no se traduzca como una amenaza para las viejas poliarquías favorece el regreso demócrata a la Casa Blanca. Joe Biden representaría un intento destinado a “rebalancear el tablero global reposicionando a los Estados Unidos. Ello supondría desplazar la estrategia America First por la del fortalecimiento del diálogo con los aliados tradicionales y el retorno a la política de apoyo al sistema multilateral que, en gran medida, signó la post Guerra Fría y caracterizó al soft power norteamericano.

Joe Biden, candidato demócrata a la presidencia.

Sin embargo, nada está escrito en piedra. Aunque los sondeos resaltan la ventaja de Biden, el sistema electoral norteamericano tiene un diseño particular donde el Colegio Electoral cobra una centralidad decisiva. En el pasado ya se ha observado que el candidato más votado puede no coincidir con el candidato que mayor cantidad de electores obtiene, con Hillary Clinton fue la quinta vez que un candidato presidencial gana el voto popular pero resulta derrotado en el Colegio Electoral. Deberemos estar pendientes no sólo de la campaña de Trump, su estrategia de recuperación, y de la evolución de la pandemia sino, fundamentalmente, del porcentaje de participación electoral y los resultados de Estados clave como Florida y Arizona.

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