Está aumentando el riesgo climático

La NASA (agencia oficial del gobierno de los Estados Unidos) nos hizo saber este año que la temperatura mundial había sido en el año 2016 casi un grado superior al promedio registrado en el planeta en el período 1951-1980.

Además, se nos informó que enero de este año había sido el tercer mes de enero más caluroso en los últimos 137 años, desde las primeras mediciones de registros de temperatura. Por su parte la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), también agencia oficial de los Estados Unidos, ahora informa que el índice de gases acumulados de efecto invernadero (Green Gas Index) ya se ubica un 40% por encima del nivel de 1990. Esto no debe sorprendernos si se tiene en cuenta que ahora estamos emitiendo anualmente 81% más gases contaminantes que en 1980.

El consenso científico explica este aumento de la temperatura y los asociados hechos dañinos para nuestra vida en la Tierra, por el efecto nocivo de los gases de efecto invernadero provocados por la utilización de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), fenómeno agravado por la deforestación y algunas prácticas agrícolas.

Estamos constantemente recibiendo en los últimos tiempos alertas muy graves acerca del calentamiento global, que ya no se pueden ignorar. Por ejemplo, un enorme iceberg de un tamaño 25 veces más grandes que Buenos Aires, se desprendió en las últimas semanas de la barrera de Hielo Larsen C en la Antartida; se trata del mayor bloque de hielo que se haya desprendido en esta región. En el otro extremo del planeta, se constató que la superficie de hielo en el Ártico existente en enero de este año fue la menor en los 38 años registrados por vía satelital.

Es cierto que hay un rápido desarrollo de las energías limpias cuya utilización crecerá mucho más rápido que el resto de las energías, ya que se prevé que hacia el 2035 las energías renovables crecerán nada menos que 300 por ciento sobre el nivel actual, pero lamentablemente con esto solo no alcanza para preservar nuestro planeta, ya que también crecerá (aunque menos) la demanda de combustibles fósiles: 5% el carbón, 15% el petróleo y 38% el gas.

Por esta razón las proyecciones energéticas, basadas en un análisis de las decisiones estratégicas en curso en el escenario mundial, indican que dentro de 20 años los humanos estaríamos emitiendo un 13% más de gases contaminantes que hoy. El crecimiento del consumo energético previsto en las próximas dos décadas, esta explicado por el aumento en la población, 1500 millones más de habitantes, y la duplicación del PBI mundial. Este incremento previsto en las emisiones contaminantes pone en riesgo las condiciones climáticas del planeta, ya que si queremos no cruzar la barrera critica de un aumento de la temperatura que supere los 2 grados centígrados, las emisiones contaminantes deberían caer en las próximas dos décadas un 30%, no trepar 13% como prevé BP.

Estamos en presencia de un gran desafío global, que debe ser enfrentado con un más rápido avance de las energías limpias y una veloz reducción de la intensidad energética por unidad de PBI, gracias a la mayor conservación y eficiencia energética. Las demoras en actuar rápidamente aumentaran los costos futuros para mitigar los efectos negativos; el diseño de medidas costo-efectivas nos permitirá en el futuro ser verdes, pero también seguir creciendo económicamente para abatir la aun enorme pobreza mundial. Si no actuamos ya el agravamiento del cambio climático tendera a debilitar el crecimiento económico futuro; estamos en presencia de un grave fenómeno global que exige una respuesta también global, que demanda liderazgo y franca cooperación internacional. Lamentablemente, Estados Unidos el segundo contaminador mundial, ha decidido no sumarse al esfuerzo global para cuidar nuestra Tierra.

 

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