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Entró la sequía, pero el rompecabezas aún tiene muchas piezas para colocar

La economía está transitando el tercer trimestre, período que hasta ahora presenta una recesión industrial y un consumo estancado o en caída. Las perspectivas para el período no son buenas, en parte porque la última foto que tenemos de la actividad económica es bastante mala: el EMAE, el indicador mensual del Indec que actúa como proxy del PBI, dio para mayo un retroceso anual de 5,8%. Nadie se mostró sorprendido por la contundencia del número, porque recoge con toda brutalidad el impacto de la sequía: el agro tuvo un desplome de 35%. El análisis de Ecolatina, no obstante, remarca que sin contar al campo la variación del resto de los sectores también fue exigua, de apenas 0,6%.

El Palacio de Hacienda se ocupó de poner en contexto el mes, y subrayar que hubo sobredosis de malas noticias: al efecto combinado de devaluación, turbulencia global y parate agropecuario, se sumó la huelga de camiones en Brasil, que paralizó a la industria y afectó tanto el comercio bilateral como la fabricación de autos, entre otros rubros.

Por eso la primera especulación que hacen los analistas es que junio va a terminar en rojo, pero no de manera tan contundente como mayo. Y para el resto del año, los pronósticos se dividen. El Gobierno y algunos economistas esperan que el 2018 cierre con una variación positiva menor a 1%, mientras que otros auguran un número negativo similar. La grieta entre los analistas ya está instalada. Dos trimestres malos están en el cómputo de todos, pero si la racha se extiende a un tercero o no depende de factores que por ahora son estimados, no reales.

La conducción económica se juega a un dólar relativamente estable hasta fin de año, que no haga olas ni en precios ni en salarios. Habrá menos salida de divisas por turismo, lo cual podría ayudar al mercado interno, y habrá algo más de exportaciones (también menos importaciones). Lo que no sabemos es si el Gobierno está dispuesto a hacer algo más por el crédito, que dinamiza a la construcción, y por sumar financiamiento alternativo para que no se caiga el consumo público por obras.

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