Elecciones en Francia: dos modelos antagónicos

El domingo pasado se llevaron a cabo en Francia las elecciones presidenciales de primera vuelta, las cuales adquirieron gran importancia debido no sólo a que se trataba de la segunda economía de la Eurozona y la quinta en el orden mundial sino también, y principalmente, porque estaba en juego la posibilidad de que los partidos populistas y euroescépticos se impusieran a los de centro, partidarios de la globalización, la Eurozona y las libertades individuales.

Dentro del primer grupo se encontraban el Frente Nacional de Marine Le Pen y La Francia Insumisa del ex comunista Jean Luc Mélenchon. Por su parte, los defensores de la república liberal se dividían entre el nuevo partido En marcha del ex ministro de economía de Francois Hollande, Emmanuel Macron, y la agrupación conservadora neogaullista de Francois Fillon.

Realizado el escrutinio, Macron con el 24% de los votos y Le Pen con el 21,4% se aseguraron el pase a la segunda vuelta (ballottage) a realizarse el 7 de mayo próximo. Los otros dos partidos mencionados oscilaron entre el 19 y el 20% de los votos, quedando afuera de carrera.

Así las cosas, para la segunda vuelta ha quedado planteada entonces una confrontación entre dos modelos claramente opuestos entre sí: el social liberal de Macron y el populista y eurofóbico de Marine Le Pen. El primero de ellos defiende abiertamente a la Eurozona; la moneda común; la globalización; el multilateralismo político; la alianza militar con Occidente (Organización del Atlántico Norte, OTAN); la libertad de comercio y de movimiento de capitales y personas; una política migratoria controlada, pero no xenófoba ni racista; la reducción del Estado en cantidad de empleos, nivel de gasto e injerencia económica; recorte del déficit público; reformas impositiva, previsional y laboral ; aumento del personal destinado a la seguridad pública y tolerancia cero con la corrupción, entre otras políticas de idéntica orientación. En concreto, algunas de las principales medidas anunciadas serían:

- Gasto: recorte no menor a los 60.000 millones de euros (0,25% del PBI)

- Empleo: eliminación de 120 mil puestos estatales

- Inversión pública: incremento de 50.000 millones de euros, con financiamiento a largo plazo

- Reforma impositiva: reducción de impuestos corporativos y personales

- Reforma previsional: aumento de la edad de jubilación, actualmente de 62 años

- Reforma laboral: replantear la semana de 35 horas

- Globalización: favorecer la firma de nuevos tratados de libre comercio

Respecto al programa del Frente Nacional de Le Pen, basta mencionar que -en general- sus principales medidas son exactamente las opuestas a las anunciadas por Macron. Sólo a modo de ejemplo, algunas de ellas son:

- Abandonar la Eurozona (Frexit)

- Reemplazar la moneda única por un nuevo franco, con posibilidad de devaluaciones competitivas

- Financiar el déficit fiscal con emisión

- Conceder créditos subsidiados para la producción nacional (sic)

- Aumentar la participación del estado en la economía y su tutela respecto a la sociedad

- Elaboración de un plan estratégico nacional al cual deberán subordinarse las empresas privadas

- Replantear la alianza con la NATO

- Favorecer un acercamiento con la Rusia de Putín. En su reciente visita a Moscú, Le Pen declaró que la anexión de Ucrania no era ilegal

- Aumentar el proteccionismo comercial

- Limitar los movimientos migratorios, especialmente desde los países islámicos

- Rebajar la edad de jubilación a 60 años

Dicho esto, queda claro -una vez más- que la confrontación de la segunda vuelta es mucho más que un choque entre la derecha y el centro. En efecto, se trata de que la sociedad francesa opte por uno de dos modelos claramente diferenciados: el liberal abierto, multilateral, promercado y europeísta de Macron o el anacrónico populista, proteccionista y euroescéptico de Le Pen. A la fecha, las encuestas dan como triunfador al primero de ellos con un 60% de los votos.

Quienes creemos en las bondades del modelo liberal social de Macron, hacemos votos para su triunfo en el ballottage. Caso contrario, un triunfo del Frente Nacional haría correr serio peligro al proyecto de una Europa abierta, unida y multilateral; exacerbando, además, las nuevas corrientes populistas que recorren el viejo continente.

 

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