TRIBUNA

El trasfondo de la cumbre Trump - Putin

Donald Trump llegó a la Casa Blanca con la promesa de encontrar un nuevo equilibrio con Rusia además de considerar que es un actor que no debería ser aislado o ignorado. La próxima reunión en Helsinki, que recuerda a otros procesos de distensión entre ambas potencias en esa misma ciudad, puede ser un paso que aclare perspectivas para la reanudación de un dialogo que permita tratar de manera más constructiva una infinidad de asuntos que incluye la preservación de la estabilidad geoestratégica basada en el equilibrio de la capacidad militar de los respectivos arsenales nucleares hasta el gerenciamiento de conflictos internacionales como la situación en Ucrania, Siria o el acuerdo nuclear con Irán o la desnuclearización de la Península coreana.

Es probable que el encuentro de Helsinki produzca alguna primera coincidencia en materia de reducción de armamentos nucleares ya que ambos se encuentran por debajo del límite de las 1550 ojivas nucleares y de los 800 sistemas o plataformas de lanzamiento fijados por el tratado Start III del 2010. Sobre ello se podrían establecer las bases para un Start IV o la prolongación del Start III más allá del 2021. No obstante, es difícil que acuerden otras limitaciones en una carrera de armamentos de última generación que lamentablemente se encuentra fuera de control desde la denuncia de EE.UU. en 2002 del Tratado ABM de 1972.

El trasfondo de la Cumbre Trump-Putin podría interpretarse como la intención de adaptar una página de la diplomacia triangular de Henry Kissinger de 1972, durante la Administración Nixon, y volver a posicionar a EE.UU. en el rincón más beneficioso del triángulo de poder conformado por EE.UU., Rusia y China e interrumpir el eje emergente entre Beijing-Moscú. También aprovechar eventuales vulnerabilidades y asimetrías en particular la histórica desconfianza mutua. Uno de los desafíos de esa estrategia es que el mundo de hoy no es el mismo de los 70 y que rusos y chinos parecen tener hoy más en común con la gobernanza global que el enfoque polémico que viene planteando la Casa Blanca.

Un tema que Washington debería prestar cuidadosa atención es a la percepción de Bruselas, como de la OTAN, que Moscú está al acecho de cualquier tropiezo de la UE, en particular a la preocupación europea que del encuentro se debilite la Alianza Atlántica reduciendo compromisos militares norteamericanos. También que Washington adopte una actitud más complaciente respecto a Crimea.

Para Putin el objetivo de la Cumbre es reafirmar el status de superpotencia y de actor indispensable para resolver los principales conflictos mundiales. Resulta oportuno que tengan un primer encuentro de trabajo formal. El último había sido en Hamburgo en 2016 y probablemente el próximo sea en Buenos Aires en noviembre en la cumbre del G20. Es de esperar que en el tratamiento de diferencias entre Washington y Moscú, prevalezca un pragmatismo realista. El mundo de hoy necesita de mayores actitudes diplomáticas cooperativas que visiones confrontativas.

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