¿El sector tecnológico estadounidense podría ser la causa de la próxima recesión?

En el año 2000, Microsoft (empresa generadora de software y hardware, funda en 1975), Intel (fabricante de hardware, fundada en 1968), Cisco System (fabricante de equipos de comunicación, fundada en 1984) y General Electric (conglomerado que abarca bienes durables, energía, transporte, construcción; fundada en 1892) “competían por el título de “mayor capitalización bursátil (indicador que refiere a un valor “teórico de un negocio a pesar de la evolución de sus ganancias o rentabilidad a lo largo del tiempo).

Diecinueve años después, Microsoft sigue en “carrera mientras que la suma del valor de mercado de Intel, Cisco y General Electric apenas llegan a la mitad del valor de la empresa fundada por Bill Gates y proveedora de la planilla de cálculos y textos más usada por particulares y empresas en el mundo. Este evento nos coloca ante la presencia de un movimiento en las placas tectónicas, en la estructura, de la economía estadounidense, en la cual la productividad y el crecimiento económico ya no provienen de la construcción, fabricación de bienes durables (autos, aviones, lavadoras, muebles, etc.) u ordenadores sino desde la creación de instrucciones de procesos, códigos e interpretación de datos. En otras palabras, el estilo de vida estadounidense en otras épocas fue sustentado por la agricultura, luego la industria pesada, más tarde los ordenadores, hoy vive gracias a industria del software.

Marc Andressen (cofundador del navegador Netscape e inversor en empresas de tecnología en etapas tempranas) años atrás escribió una carta pública a la sociedad americana para advertir que “el software se comería el mundo en función de tal ciertos países y modelos de negocios sufrirían beneficios y perjuicios, cuando no obsolescencia. Las herramientas de programación permitieron que nuevos emprendedores digitalizasen viejos sistemas y sectores, tal como el consumo masivo, distribución de entretenimiento, automotores, telefonía, etc. Así hoy Alemania o Suiza debaten cómo actualizar sus modelos de negocios ante esta nueva oportunidad.

En el último año a nivel global varios conferencista del sector informático argumentan que la inteligencia artificial, aprendizaje autónomo (“machine learning ) y otros avances están generando elementos para librar un nuevo potencial de productividad tal como fue la primera revolución industrial en Reino Unido. El argumento es similar al que acontece en toda “revolución o “burbuja : lo nuevo traerá beneficios difíciles de mensurar, pero cambiarán el mundo.  Sin embargo, según los últimos dados de la oficina de comercio de Estados Unidos responden a la pregunta de si la nueva tecnología generó mejoras en la productividad del trabajador que no.  

Así entonces, nuevas incógnitas aparecen en los análisis de los inversores y hacedores de políticas. Durante el primer semestre, las empresas estadounidenses invirtieron mayor cantidad de dinero en software que en otros tipos de bienes de capital. En valores nominales, la inversión interanual en software aumentó un 9.4% mientras que la compra de equipamiento en maquinarias se incrementó un 4% y en transporte un 3.2%. En términos monetarios, las empresas americanas en un trimestre invirtieron casi u$s 500 billones, el equivalente al Producto Bruto Interno (PBI) de Argentina.

Si ésta tendencia tiene o no terreno para acelerar su despegue es una pregunta que el paso del tiempo responderá, de momento la incertidumbre generada a causa de las negociaciones en acuerdos de comercio desde Estados Unidos con sus principales socios comerciales llevó a los ejecutivos de determinadas sectores a aminorar la marcha en sus inversiones y desarrollos. Morgan Stanley, banco y consultora americana, en una reciente encuesta realizada a directores ejecutivos de su país concluyó que los gerentes de tecnología de la información (C.I.O, por siglas en inglés) aumentaron respecto al año anterior un 5% sus presupuestos para la compra de software y en un 2% para la compra de hardware. El principal objetivo de las firmas con tales presupuestos es desarrollar “cloud computing , por el cual las empresas pagan a proveedores para almacenar datos en servidores externos y obtener herramientas de análisis para ellos.

Microsoft años atrás no hubiese sido el principal ganador en este cambio, tanto su sistema operativo Windows como su paquete Office tardaron un tiempo en llegar a ser aplicativos web y estar en la mayoría de los sistemas operativos móviles. Mientras que, en la vereda de enfrente, Amazon se convirtió en la principal referencia y proveedor de almacenamiento a distancia del mundo, tanto para particulares como para empresas. Microsoft en el año 2014 como consecuencia de un cambio de director, visión y ejecución (el nuevo director ejecutivo es Satya Nadella) acortó la distancia con su competidor lanzando varias ofertas de servicios basados en “Azure (hoy en día éste segmento explica casi la mitad de las ventas de la firma), una herramienta de “cloud computing basada los recursos, experiencia y servidores de la firma.

A modo de ejemplo, Starbucks utiliza “Azure para seguir el comportamiento y necesidad de mantenimiento de cada máquina de café a lo largo y ancho de cada continente donde opera. La aplicación móvil que utilizan sus clientes para ordenar o pagar por una taza de café precisa de un sistema como Azure o AWS de Amazon para funcionar y ordenar el negocio ya que la misma aplicación gestiona la materia prima a comprar, los inventarios y el historial del cliente, entre otras funciones que derivan de las reglas que los programadores y gerentes plasmaron a medida.

 La principal restricción que coloca el software a esta nueva economía es la difícil capacidad de reproducción y replicación. La conclusión de un reciente estudio de la Universidad de Boston (EUA) coordinado por James Bessen (“Information Technology and Industry Concentration ) es categórica al respecto: a medida que el software gana protagonismo, la actividad económica se concentra en pocas manos, en pocas empresas. De acuerdo con Bessen, las empresas que mayor inversión realizan en la creación de software propio (in-house) obtienen mayores ingresos y mejores márgenes operativos, en cambio las empresas pequeñas o mediana no pueden imitarles por falta de recursos humanos y económicos. Empero, pueden contratar pequeños servicios de “cloud computing para mejorar alguna métrica de sus negocios como la reducción de costos de inventarios o mejoras en los tiempos de producción inyectando algoritmos con las variables del negocio y el comportamiento de la clientela.

Es temprano para pregonar si el dinero hoy destinado a inversión en software derivará en una revolución similar a la vivida en los años ochenta con el advenimiento de los ordenadores. Sí es plausible demandar políticas públicas que incentiven y acorten la brecha que los países en desarrollo tienen con estos nuevos nichos de negocios.

 

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