El riesgo país y la recurrente inmadurez argentina
El riesgo país es un indicador que muestra la posibilidad que tiene una nación de no cumplir con sus obligaciones. Concretamente, es la diferencia entre la tasa de interés que debe pagar un país emergente que emite bonos denominados en dólares con respecto a la tasa de interés que pagan los bonos libres de riesgo como son los bonos del Tesoro de los Estados Unidos (riesgo cero de incumplimiento). Cuanto mayor es la brecha entre estas tasas, mayor es el riesgo de que el país emisor de deuda incumpla con sus obligaciones, menor es la confianza que genera y por lo tanto mayor es la tasa que se le exige a dicho país.
El riesgo país de la Argentina está por encima de los 750 puntos. Si la Argentina recurriera al mercado internacional para financiarse debería pagar como mínimo una tasa de 10% en dólares (7,5 puntos más de lo que ofrecen los bonos del Tesoro de los Estados Unidos, algo menos del 3%).
Este indicador, elaborado por el JP Morgan, se basa en el índice EMBI (Emerging Markets Bond Index). Este índice contempla aspectos políticos y económicos del país en cuestión, como pueden ser la estabilidad política, estabilidad macroeconómica, solidez institucional, crecimiento de la economía, nivel de déficit fiscal y grado de apertura comercial, entre otros aspectos.
El riesgo país de la Argentina está en uno de los niveles más altos desde que asumió Cambiemos, quien inició su gestión con un riesgo país de 480 puntos, bajó a 342 en diciembre de 2017, y saltó a 783 en setiembre de este año. Aunque lejos de los 5500 puntos alcanzados en diciembre de 2001, el riesgo país de la Argentina es uno de los más altos de la región. Es 4,5 veces más alto que el de Chile (163 puntos) y Perú (168 puntos), 3,5 veces mayor al de Uruguay (203 puntos) y Colombia (208 puntos), y casi triplica al de Brasil (271 puntos). Sólo superado por el riesgo país de Venezuela (6200 puntos).
Cuestiones como la renegociación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la aprobación del Presupuesto 2019 fueron claves para avanzar en la dirección correcta y esto permitió estabilizar el riesgo país. Sin embargo, algunas cuestiones de origen externo recrudecimiento de la disputa comercial entre China y los Estados Unidos; falta de un acuerdo para el Brexit y la posibilidad de que exista un segundo referéndum; manifestaciones de los chalecos amarillos en Francia; e incertidumbre sobre las políticas económicas que implementará el presidente electo de Brasil, sobre todo en lo que respecta al Mercosur volvieron a impactar no sólo en la Argentina sino también en el resto de países emergentes. Sin embargo, en la Argentina fue donde más saltó el riesgo país.
Este comportamiento exacerbado del riesgo país de la Argentina no es más que el reflejo de la actual inestabilidad macroeconómica por la que atraviesa nuestro país y de la incertidumbre política que generan las elecciones del próximo año.
Los años pasan pero algunos temas, como el riesgo país, son recurrentes. Esto demuestra la inmadurez de la Argentina. Inmadurez en materia económica e inmadurez en materia política. En materia económica, basta mencionar que la Argentina no sólo está entre los cinco países con mayor inflación del mundo, sino que es uno de los pocos que aún no ha logrado solucionar este problema. En materia política, las mezquindades del oficialismo y de la oposición no le han permitido a la Argentina crecer y dejar de ser un país adolescente. Quien gobierna muchas veces y sobre todo en años electorales- supedita la economía a la política, dejando de lado reformas estructurales para centrarse en medidas cortoplacistas que le permitan, cada dos años, alcanzar un resultado electoral. Asimismo, quien ejerce el rol de opositor muchas veces impide encarar dichas reformas con el afán de allanar el camino que lo lleve nuevamente al poder. Esperemos alguna vez contar con políticas a mediano y largo plazo en cuestiones centrales políticas que guíen el andar de la economía, más allá de los cuatro años que dura el mandato de quien gobierna.