El problema no es cambiar, sino creer que los Reyes Magos pueden gobernar

El mayor riesgo que presenta el año electoral para la economía no es la discusión continuidad o cambio, sino la exacerbación del atajo como posibilidad. Es entendible que una elección presidencial instale el balance sobre lo que se hizo y lo que no se hizo. Lo problemático es que también propague la idea de que había un camino más fácil y que si no se lo eligió, es porque el sufrimiento es una condición necesaria de todos los programas que apoya el FMI.

En la Unión Industrial Argentina (UIA) algunos esperan un plan, como si el mercado interno pudiese ser recreado con un anuncio en Olivos. No desconocen que hubo una crisis, ni una megadevaluación ni un fogonazo inflacionario que costó frenar y estabilizar. Pero el precio que aceptó pagar el Gobierno para conseguir esa normalización hoy no es asumido por ningún sector de la economía. La corrida cambiaria fue disparada por las dudas que había sobre el financiamiento de la Argentina en un contexto mundial de salida de capitales. El Fondo aceptó ampliar su crédito inicial y a cambio la Argentina se comprometió a alcanzar déficit cero. No había muchos otros caminos, porque si la brecha no se cerraba, las dudas sobre la deuda iban a crecer.

El ajuste es un tapón para la recuperación. Pero esperar que haya margen fiscal para hacer políticas activas es transmitir una ilusión riesgosa. A ver: no son las tarifas que suben, son los subsidios los que deben bajar. En un difundido video, un peronista que aspira a ser presidente le aconsejó a los empresarios "aguantar", con la promesa de que en breve habrá consumidores con plata en el bolsillo, un mercado interno asegurado, más exportaciones y energía razonable. El problema, como se dijo, no es apostar a una mejora, sino creer que un gobierno puede ser manejado por los Reyes Magos.

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