El ministerio de la Igualdad

Aunque los candidatos con chance de ganar la elección presidencial no lo van a anticipar durante la campaña, el que llegue a Presidente va a tomar varias decisiones que tendrán considerable impacto en la distribución del ingreso. En esa potencial lista se destacan la aplicación de medidas para bajar la inflación, para mejorar el tipo de cambio real, el recorte de subsidios con aumentos de tarifas, y la revisión de los programas de estímulo al consumo. En realidad, ninguna intervención política en la economía es inocua en términos distributivos, pero en la agenda de urgencias del próximo gobierno hay asuntos particularmente sensibles para el reparto de beneficios y costos sociales.


Es de esperar que tanto el Presidente electo como el ministro y los funcionarios directamente responsables tengan en consideración el efecto distributivo de cada decisión como uno de los criterios para evaluar las distintas alternativas en juego. Con criterio de equidad, no es lo mismo ajustar tarifas a todos por igual que segmentar las correcciones, ni es indiferente devaluar nominalmente que recortar retenciones para aumentar la competitividad.


Pero en lugar de dejar librado el tema a la atención que le dispense el funcionario de cada área, tal vez sería mejor que el gobierno tuviera un organismo específicamente dedicado a evaluar los aspectos vinculados a la equidad de cada acción. Algo así como un ministerio de la Igualdad, o si resulta exagerado podría ser una secretaría, subsecretaría, o, al menos, una dirección nacional encargada de velar por las consecuencias redistributivas de toda gestión oficial. Por ejemplo, ese organismo hubiera analizado, antes de su lanzamiento, a qué clase social favorecería más el programa Ahora 12.


La igualdad no sólo es un valor principista, moral e ideológico. El Fondo Monetario Internacional acaba de publicar un ensayo titulado Causas y Consecuencias de la Desigualdad de Ingreso -Una Perspectiva Global, que sostiene: "Nuestro análisis indica que la distribución del ingreso también es importante para el crecimiento económico. En concreto, si aumenta la participación del 20% más rico, el crecimiento del Producto Bruto declina. En contraste, un incremento en la participación del 20% más pobre está asociado con un mayor crecimiento económico", afirman los autores Dabla Norris, Kalpana Kochhar, Nujin Suphaphiphat, Frantisek Rica y Evridiki Tsounta.


La creciente atención y preocupación por los aspectos distributivos, incluso por parte de instituciones como el FMI que no priorizaban el tema, se origina en la acentuada tendencia a la concentración del ingreso y de la riqueza en cada vez menos gente. Al respecto, a la muy esclarecedora investigación de Thomas Piketty y colaboradores sobre la desigual distribución del ingreso, muy citados en el paper del FMI, se suman varias otras mediciones sobre el desigual reparto de la riqueza. Por ejemplo, Boston Consulting Group publicó recientemente un informe sobre Riqueza Global que muestra que los 17 millones de individuos que poseen un patrimonio superior al millón de dólares controlan el 41% de la riqueza mundial. Nick Galasso y Ricardo Fuentes Nieva, dos expertos en la materia de la organización inglesa Oxfam ilustraron la desigualdad existente con dos comparaciones impresionantes: 1) las 85 personas más acaudaladas del mundo tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la población mundial; 2) el 1% de la población más rica posee u$s 110 billones, que es casi la mitad de la riqueza mundial, y que equivale a 65 veces la riqueza de la mitad más pobre de la población mundial.


El ensayo del Fondo comienza afirmando que "la creciente desigualdad de ingresos es el desafío que define a esta época". Los autores sostienen que, entre otras razones, la mayor desigualdad afecta negativamente al crecimiento y a la estabilidad macroeconómica porque "la ciudadanía puede perder confianza en las instituciones, lo que erosiona la cohesión social y la confianza en el futuro". Señalan, además, que una elevada desigualdad genera "concentración de poder y capacidad de decisión política en una elite, y eso puede provocar que haya menos provisión de bienes públicos que incrementan la productividad y el crecimiento, pero que benefician proporcionalmente más a los pobres". Agregan que la mayor brecha de ingresos "les resta habilidad a las familias pobres para mantenerse saludables y acumular capital físico y humano".


El informe recomienda que se regule el mercado de trabajo, estableciendo un salario mínimo y promoviendo la sindicalización y las contribuciones a la seguridad social, porque "esas regulaciones tienden a mejorar la distribución del ingreso".


Asimismo, aconseja "reforzar el rol redistributivo de la política fiscal, dándole más gravitación a los impuestos a la riqueza y a la propiedad, con más progresividad en el impuesto al ingreso, removiendo oportunidades para la elusión y la evasión, y mejorando la eficacia de los programas de asistencia social".


Lo dice el Fondo Monetario Internacional. La misma institución que acaba de criticar el acuerdo que el Eurogrupo le impuso a Grecia y que ahora se pronuncia a favor de una quita sustancial a su deuda externa.
Hay veces en que la evidencia es tan contundente que resulta imposible no verla.

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